La desazón de la razón
La ciudad duerme, ¿o quizás nunca lo haga? Son las cuatro de la mañana y yo sigo aquí. Vigilante desde mi ventana del salón que da a una supuesta avenida de la periferia. Se acercan vientos fríos, la humedad empapa los sentidos y las farolas alumbran como buenamente pueden. Son en esos momentos, cuando parece ...
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