El Teatro Villamarta de Jerez inicia el año 2019 con el estreno de una nueva producción propia, ‘Orfeo y Eurídice’ de Ch. W. Gluck. Un montaje que -en su versión francesa- pondrá sobre el escenario este viernes 18 y sábado 19 de enero una nueva visión del mito, bajo la dirección escénica de Rafael R. Villalobos. El joven director andaluz -que, entre otros reconocimientos, ha obtenido el Premio Europeo de Dirección Operística- indaga sobre los límites de la aceptación de la enfermedad y la muerte.
El tenor José Luis Sola asumirá el papel de Orfeo, mientras que la soprano Nicola Carbone interpretará el rol de Eurídice. La soprano Leonor Bonilla encarnará el personaje del Amor en su vertiente femenina y Martínez Puñal lo hará en su vertiente masculina. A ellos se suman actores, la Orquesta Filarmónica de Málaga, dirigida por el maestro Carlos Aragón, y el Coro del coliseo jerezano. El vestuario y la escenografía llevan la firma de Jesús Ruiz.
En la presentación de este nuevo proyecto lírico del Villamarta, según se ha trasladado a DIARIO Bahía de Cádiz, el concejal de Dinamización Cultural, Francisco Camas, destacó la importancia de la obra de Gluck y tuvo también palabras de agradecimiento al reparto artístico por su implicación, al tiempo que aventuró que las dos funciones previstas serán “todo un éxito”.
“Hemos dado una vuelta de turca al mito”, explicó por su lado Rafael R. Villalobos, director de escena. En este nuevo concepto del montaje se reflexiona sobre la pérdida del ser amado -la viudez entendida como enemiga de los enamorados- y el concepto de Sartre sobre la mirada de los demás como un reflejo que “nos recuerda quiénes somos”. Esa mirada del otro se pone de manifiesto en dos situaciones tan vitales como las del enfermo o la del doliente en un sepelio.
Sobre esta dramaturgia -cuya autoría también corresponde a Villalobos- “se invita al espectador a hacer un viaje instrospectivo e intimista” que llega a plantear dónde se encuentran los límites de la aceptación de la enfermedad y la muerte hasta conseguir “la serenidad”. En cualquier caso, aclaró que en esta nueva lectura de la historia del hijo de Apolo se produce “el triunfo del amor más allá de los límites físicos que impone la muerte”.
En esta propuesta de ‘Orfeo y Eurídice’ el público podrá ver una pareja madura que se enfrenta a la viudez al morir la protagonista femenina. Es el personaje del Amor el que, desdoblado en dos personajes -masculino y femenino y ambos jóvenes- “viene a representar la imagen de la pareja en el momento de sus nupcias”, retomando el mito clásico. Esta proyección del pasado de la pareja “será quien ayude al anciano Orfeo a enfrentarse a la enfermedad y la muerte de su esposa”, añadió Rafael R. Villalobos. A su juicio, en esta producción “el tiempo se vuelve líquido”, puesto que las diferentes realidades se entremezclan “de una forma onírica y metafísica”.
No obstante, la temática planteada sobre el escenario -al margen de la viudez, muerte y enfermedad- es más amplia y abarca asuntos tan trascendentes como el concepto de infierno o cielo: “temas difíciles, pero que todos debemos afrontar de frente con la ayuda de una música espectacular y un elenco artístico maravilloso”.
“PRODUCCIÓN CONMOVEDORA Y SINCERA”
“Es una producción conmovedora y sincera”, precisó el director musical, Carlos Aragón. El maestro enfatizó que, bajo su dirección, “la música está al servicio del drama”. Así las cosas, aseguró que todo el equipo artístico “trabaja desde la verdad, desde la sinceridad. Se trata un tema delicado, pero hay momentos de emotividad extrema por la intimidad y sinceridad de lo que pasa en el escenario”.
“No me gustan los cantantes, me gustan los intérpretes”, defendió con rotundidad, puesto que, en su opinión, el drama debe vertebrar el canto. Esa doble función de “transmitir verdad” la cumplen a la perfección el elenco artístico, según sus palabras.
Jesús Ruiz, encargado de vestuario y escenografía, ha ideado un espacio escénico a modo de “metáfora del alma de Orfeo”, un alma que transita por un periodo que va desde la juventud del amor platónico hasta el final de la vida.
Y de “papel endiablado” calificó José Luis Sola su personaje de Orfeo. “No hay respiro ni vocal ni escénico”, precisó el tenor. La soprano Nicola Beller Carbone hizo hincapié en que este nueve proyecto lírico va más allá del concepto de la ópera como entretenimiento, puesto que indaga sobre “lo que nos preocupa como seres humanos”. Asunto éste sobre el que también incidió la soprano Leonor Bonilla, quien consideró “muy acertado” el contraste de los personajes principales en su madurez y en su juventud.