Se ha formalizado la entrega de este buque de guerra, Al-Diriyah, en un acto celebrado en el astillero de San Fernando con presencia del comandante de la Real Marina Saudí y la secretaria de Estado de Defensa española. La quinta y última corbeta de este controvertido e histórico programa deberá estar lista en 2024.
La Real Marina Saudí ya tiene en su poder también la segunda de las cinco corbetas contratadas a Navantia y construidas en la Bahía de Cádiz. Este martes se ha escenificado la entrega de este buque de guerra, bautizado como Al-Diriyah, en un acto celebrado en las instalaciones del astillero de San Fernando. La primera, Al-Jubail, se entregó el pasado marzo, y la última corbeta de este polémico programa (no hay que olvidar que en Arabia Saudí no se cumplen los derechos humanos) deberá estar lista en el año 2024.
Navantia ha entregado Al-Diriyah (la construcción 547 de la antigua Bazán) tres años después del corte de su primera chapa, en mayo de 2019, cumpliendo unos exigentes plazos a pesar de la pandemia sanitaria y de la tensión mundial de suministros. Se trata de uno de los buques de guerra “más competitivos y capaces de su segmento”, tal como se ha demostrado en las pruebas de mar realizadas en aguas gaditanas, se resalta desde la empresa pública en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz.
Durante el evento, desarrollado conforme al protocolo militar, una comisión mixta de inspección (formada por miembros de la Real Marina Saudí y de Navantia) ha subido a bordo del barco para realizar la preceptiva revisión. A su término se ha procedido al izado de la bandera del buque, tras lo que la Marina Saudí ha transferido el mando de la corbeta al comandante de Al-Diriyah. El presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, ha entregado al Vicealmirante Fahad Bin Abdullah Al-Ghofaily la campana del buque como regalo institucional.
La corbeta tiene una eslora de 104 metros, una manga de 14 y es capaz de transportar a un total de 102 personas entre tripulación y pasaje. Alcanza una velocidad máxima de 27 nudos y, entre otros aspectos, tiene capacidad para llevar a bordo provisiones para 21 días.
El diseño de estas corbetas de guerra (basadas en el Avante 2200, como las que se construyeron años atrás para Venezuela) es de última generación, maximizando a la vez la participación de Navantia mediante la incorporación de productos propios, como el sistema de combate CATIZ, el sistema de comunicaciones integradas HERMESYS, la dirección de tiro DORNA, el Sistema Integrado de Control de Plataforma y el puente integrado MINERVA, junto con otros equipos desarrollados por la empresa naval española bajo licencia, como los motores de MTU o las cajas reductoras de RENK. Están adaptadas a los requerimientos de Arabia Saudí, “ofreciendo prestaciones avanzadas, un excelente comportamiento en el mar, alta capacidad de supervivencia y capacidad de operación a temperaturas extremas”.
“Navantia es una empresa estratégica que contribuye, con barcos como éste, a mejorar la seguridad y defensa en cualquier país del mundo”
En el turno de intervenciones, la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce, ha señalado que este buque es un excelente ejemplo de la calidad de los astilleros españoles, de la cooperación industrial y comercial entre ambos países, que “ha garantizado la actividad económica de más de un centenar de empresas y 6.000 empleos en la Bahía de Cádiz”. “A la corbeta Al-Diriyah, a sus oficiales y tripulación paz, buena mar y vientos”, ha apostillado.
Por su lado, el presidente de Navantia ha agradecido “la colaboración de todos los implicados en la gran tarea llevada a cabo por el astillero, entregando productos y servicios de última generación y mostrando así al mundo las capacidades” de la compañía.
Domínguez ha dado una vez más la enhorabuena a las personas que trabajan en el programa: “vosotros sois los grandes protagonistas. Fruto de vuestro esfuerzo esta segunda corbeta construida para la Marina Saudí se hace próximamente a la mar. Por eso, hoy estoy más convencido aún de que Navantia tiene un gran futuro. Es una empresa estratégica que contribuye, con barcos como éste, a mejorar la seguridad y defensa de los ciudadanos de cualquier país del mundo”.
“Seguiremos siendo motor de crecimiento económico y de empleo, porque nuestros astilleros de la Bahía van a continuar impulsando el progreso de la comarca y de nuestra transformación digital”, ha sentenciado. Palabras que resuenan en un contexto en el que, sobre todo desde Navantia Puerto Real, su comité de empresa ha criticado recientemente “la inacción” de la compañía a la hora de buscar carga de trabajo para sus diques.
Y el vicealmirante Al-Ghofaily ha destacado que la entrega de la corbeta “marca los últimos e importantes hitos de su vida de fabricación, que ha durado 38 meses durante los cuales se han dedicado las mejores tecnologías a su construcción e integración con los sistemas de combate de vanguardia”. Además, ha subrayado que desde el pasado mes de enero, el buque ha sido sometido a intensas pruebas de mar para estar hoy listo y plenamente capacitado para llevar a cabo las misiones que se le han asignado, un “importante logro que es una clara indicación de las capacidades de Navantia y de su determinación para alcanzar un éxito notable en el proyecto Alsarawat”.
A su vez, Walid Abukhaled, el CEO de SAMI (Saudi Arabian Military Industries, empresa de defensa saudí de propiedad estatal), ha apuntado que “es un momento de logro y orgullo para la industria de defensa saudí. Esto no habría sido posible sin el apoyo y la orientación que seguimos recibiendo de los sabios dirigentes de nuestro querido país”
Además, el director del Negocio de corbetas y buques de acción marítima de Navantia, José Antonio Rodríguez Poch, ha puesto en valor tanto la construcción del buque como el entrenamiento de las tripulaciones; y ha dedicado palabras de agradecimiento a la plantilla, la industria auxiliar y de soporte, la Armada española y las sociedades de clasificación por su contribución al éxito del programa.
UNOS 6.000 EMPLEOS ANUALES
Este contrato alcanza en global un importe de 1.800 millones de euros y representa el mayor de la historia de los astilleros públicos españoles con un cliente extranjero; está en vigor desde noviembre de 2018 (y negociado desde 2015), y “beneficia a todos los astilleros de la compañía”.
Navantia ha botado ya las cinco unidades con una cadencia de cuatro meses entre cada una de ellas, lo que supone lograr este hito en un tiempo récord de tres años. El último barco en tocar agua fue el Unayzah, en diciembre de 2021. Las entregas se están produciendo al cabo de poco más de tres años del corte de la primera chapa de cada buque. De forma paralela, alrededor de 500 tripulantes de estas corbetas están completando el proceso de formación y capacitación en el Navantia Training Centre (NTC) en San Fernando.
En la teoría, supone una carga de trabajo de alrededor de siete millones de horas que, traducido a empleo, son unos 6.000 anualmente durante cinco años, De estos, más de 1.100 son empleados directos, más de 1.800 de contratas y más de 3.000 empleados indirectos generados por otros suministradores. Serán más de 100 las empresas auxiliares que colaboren en este proyecto.
El programa, cuyo último buque deberá ser entregado en el año 2024, incluye, además de la construcción, el suministro de varios servicios tales como, apoyo logístico integrado, adiestramiento operacional y de mantenimiento, suministro de centros de formación y adiestramiento para el sistema de combate y sistema de control de plataforma de los buques, y los sistemas para el mantenimiento de los buques en la Base Naval de Jeddah. Sin olvidar el apoyo al ciclo de vida durante cinco años, desde la entrega del primer buque, con opción a otros cinco años adicionales.