CRÍTICA. Los aplausos del público -intensos, calurosos y merecidos– atestiguaron el éxito de Mayte Martín en San Fernando –sorprendentemente, es la primera vez que llega a estos lares en su larga y exitosa carrera como cantaora y cantante–. Un resonante éxito del ciclo La Isla Ciudad Flamenca, que labró Martín con una hora y media de actuación al estilo tradicional, con la sonanta de Juan Ramón Cano como exclusivo y gustoso acompañamiento, sin artistas invitados ni extras instrumentales y con la confortable noche como marco excepcional en este verano flamenco y cañaílla.
Poco tardó la cantaora en conectar con el público, después de una Granaína de apertura que marcó su territorio: gusto, medida, templanza y sensibilidad; señas de identidad denotativas de su equilibrio musical y emocional que alcanza también a la guitarra de Juan Ramón Caro, oficio y gusto por mitad, que dejó hacer a la cantante más que lucir sus habilidades con la sonanta.
Como si le costara entreabrir sus sentimientos al público, Mayte Martín se sinceró en su inicial saludo: “He notado que nos esperábamos con las mismas ganas. Yo a Cádiz, y Cádiz a mí”.
Bastó estas palabras para que el público conectase aún más con la cantaora catalana, la piropease continuamente y, a veces, perturbara su flema habitual y se detuviese a corresponder las galanterías de las más estruendosas espontáneas.
La crónica de su concierto, por demás, no puede ser otro que el atestiguamiento de estos brotes de efusión y pasión al paso de sus lances por los diversos palos con los que Mayte Martín cantante nos llenó el alma de música, aunque la cantaora perdiera el rumbo y compás en los Fandangos y los Tientos tango se alargaran tanto que perdieron tono y tensión en el camino. No importaba. La cantaora rescató letras de rompeyrasga (dime cuánto vale, mirar a tus ojos y darte un beso / Por tu culpa, tengo un momento en la noche que la muerte apetecía…), lanzó breves pero intensos pellizcos al corazón flamenco de los presentes, o se fajó con su compromiso de cantar sin ataduras, en sus Bulerías de cierre, con una exquisita y comprometida versión del Compromiso.
Los aplausos del público al final de la hora y media de concierto, que pasó como un suspiro, forzó –Mayte se dio a querer con una larga y prolongada pausa entre bambalinas– otro momento mágico de la noche: en otra onda, con otro estilo, ella misma a la guitarra y cantando con más emoción que brillantez la deliciosa canción Un cuento para mi niño de los añorados Lole y Manuel.
En la hora bruja donde el alma se humedece de luna y sentimientos tras las doce campanadas, Un cuento para mi niño versión Mayte Martín fue el catalizador de nostalgias y el bálsamo de amores perdidos; como el concierto de Mayte Martín fue el abrazo de reconciliación con un flamenco desnudo de artificios, con ayeos sin quejíos desaforados, con letras aquilatadas para el corazón y una voz sin la dura consistencia de antiguo. Una dulzura en la voz que el paso de los años afina en la garganta de la cantaora y dota de suavidad y ternura a su fraseo, quizá demasiado dulzón para algunos oídos flamencos. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
La Isla Ciudad Flamenca.
Mayte Martín, acompañada a la guitarra por Juan Ramón Caro. Programa: Granaína / Peteneras / Fandangos / Soleá / Tientos tango / Cantiñas / Bulerías.
Lugar y día: Patio del Colegio San José de San Fernando, 24 de julio de 2015. Asistencia: casi lleno.