La primera de las cinco corbetas para Arabia Saudí bautizada como Al-Jubail (C546) que construye Navantia en su astillero de San Fernando (con el apoyo de la planta de Puerto Real), botada en julio de 2020 (a estas alturas, sólo queda una por botar), ha comenzado estos días sus pruebas de mar en aguas de la Bahía de Cádiz para comprobar el correcto funcionamiento de todos sus sistemas.
Estas pruebas de mar se realizan antes de la entrega al cliente para comprobar el funcionamiento tanto de la plataforma como de los distintos sistemas, “con el objetivo de demostrar el cumplimiento de los requisitos especificados en el contrato del buque”.
Según recoge DIARIO Bahía de Cádiz de fuentes de la empresa naval estatal, el periodo total de pruebas es de unos dos meses, divididos en dos periodos diferentes. Esta primera fase durará unas dos semanas. En ella participan unas 140 personas, entre ellas unos 40 ingenieros de diferentes especialidades. Los ensayos cuentan con personal de Navantia, de contratas, de Lloyds Register of Shipping y de las empresas suministradoras de equipos principales. Igualmente, por parte del cliente participan militares de la Royal Saudi Naval Forces (RSNF), y miembros de la Armada española.
Una vez que acabe este periodo, este buque de guerra se preparará para completar el proceso de instalación del sistema de combate. Se prevé que la entrega a la Marina Saudí se produzca dentro de cinco meses.
EL QUINTO BARCO LISTO DEBE ENTREGARSE EN 2024
Este modelo de corbeta tiene una eslora de 104 metros, una manga de 14 y será capaz de transportar a un total de 102 personas entre tripulación y pasaje. Alcanzará una velocidad máxima de 27 nudos y, entre otros aspectos, tiene capacidad para llevar a bordo provisiones para 21 días. Los cinco buques que se construyen en la Bahía están ya en distintas fases de desarrollo. Al-Jubail, se botó en el verano de 2020, con algo de retraso respecto a los planes iniciales debido a la pandemia; la segunda bautizada como Al-Diriyah, en noviembre de ese año; la tercera, Hail, a finales de marzo de 2021; y la cuarta, Jazan, el pasado julio. El último barco, si se cumplen los planes, deberá ser entregado al cliente en el año 2024.
El diseño de los buques (basado en los que se construyeron años atrás para Venezuela) es de última generación, maximizando a la vez la participación de Navantia mediante la incorporación de productos propios, como el sistema de combate CATIZ, el sistema de comunicaciones integradas HERMESYS, la dirección de tiro DORNA, el Sistema Integrado de Control de Plataforma y el puente integrado MINERVA, junto con otros equipos desarrollados por la empresa naval española bajo licencia, como los motores de MTU o las cajas reductoras de RENK.
Este polémico contrato (no hay que olvidar que se están construyendo buques de guerra para un país que no respeta los derechos humanos) alcanza un importe de 1.800 millones de euros y representa el mayor de la historia de los astilleros públicos españoles con un cliente extranjero; está en vigor desde noviembre de 2018 (y negociado desde 2015), y “beneficia a todos los astilleros de la compañía”.
En la teoría, supone una carga de trabajo global de alrededor de siete millones de horas que, traducido a empleo, son unos 6.000 anualmente durante cinco años, De estos, más de 1.100 son empleados directos, más de 1.800 de contratas y más de 3.000 empleados indirectos generados por otros suministradores. Serán más de 100 las empresas auxiliares que colaboren en este proyecto.