Ya ha tocado aguas de la Bahía de Cádiz la tercera corbeta de las cinco encargadas para Arabia Saudí, uno de los programas (el Avante 2200) más importantes, y controvertidos, de la actual cartera de pedidos de Navantia. La empresa estatal se ha adelantado a sus propias previsiones, y ha botado en la tarde de este ventoso domingo este buque de guerra (la construcción 548 de la antigua Bazán) que lleva el nombre de Hail, en homenaje a dicha ciudad del norte del país saudí.
Esta corbeta tiene una eslora de 104 metros, una manga de 14 y será capaz de transportar a un total de 102 personas entre tripulación y pasaje. Alcanzará una velocidad máxima de 27 nudos y, entre otros aspectos, tiene capacidad para llevar a bordo provisiones para 21 días. Los cinco buques que se construyen en el astillero de San Fernando (con el apoyo del de Puerto Real, principalmente) están ya en distintas fases de desarrollo. El último barco, si se cumplen los planes, deberá ser entregado en el año 2024.
La botadura ha tenido lugar a las 16.15 horas, el momento idóneo en función de las mareas y del viento. Precisamente, la previsión meteorológica para los próximos días, que contempla más levante si cabe, ha aconsejado cancelar la ceremonia que se preparaba para este martes 30 de marzo.
En su lugar, según se ha informado a DIARIO Bahía de Cádiz, la botadura ha tenido lugar como “acto de trabajo” en el astillero, sin prensa ni autoridades (nada que ver con las botaduras de la primera corbeta Al-Jubail, en julio de 2020, y de la segunda bautizada como Al-Diriyah, en noviembre).
Pese a ese “acto de trabajo”, han participado en el mismo el director de Operaciones y Negocios de Navantia, Gonzalo Mateo-Guerrero, el nuevo director de Navantia Bahía de Cádiz, José Antonio Rodríguez Poch, y el capitán Abdullah Alsheri, oficial de enlace del programa Avante 2200, en representación del vicealmirante Fahad Bin Abdullah Al-Ghofaily, comandante de la Marina Real de Arabia Saudí.
La corbeta se ha deslizado por la grada hasta tocar el agua y su construcción continuará en este medio hasta su entrega, prevista para diciembre de 2022. Durante la botadura se han escuchado los himnos de España y de Arabia Saudí.
UN CONTRATO “HISTÓRICO”
Este polémico contrato (no hay que olvidar que se están construyendo buques de guerra para un país que no respeta los derechos humanos) alcanza un importe de 1.800 millones de euros y representa el mayor de la historia de los astilleros públicos españoles con un cliente extranjero; está en vigor desde noviembre de 2018 (y negociado desde 2015), y “beneficia a todos los astilleros de la compañía”.
En la teoría, supone una carga de trabajo global de alrededor de siete millones de horas que, traducido a empleo, son unos 6.000 anualmente durante cinco años, De estos, más de 1.100 son empleados directos, más de 1.800 de contratas y más de 3.000 empleados indirectos generados por otros suministradores. Serán más de 100 las empresas auxiliares que colaboren en este proyecto.
El diseño de estas corbetas de guerra (basadas en las que se construyeron años atrás para Venezuela) es de última generación, maximizando a la vez la participación de Navantia mediante la incorporación de productos propios, como el sistema de combate CATIZ, el sistema de comunicaciones integradas HERMESYS, la dirección de tiro DORNA, el Sistema Integrado de Control de Plataforma y el puente integrado MINERVA, junto con otros equipos desarrollados por la empresa naval española bajo licencia, como los motores de MTU o las cajas reductoras de RENK.
El programa, cuyo último buque deberá ser entregado en el año 2024, incluye, además de la construcción, el suministro de varios servicios tales como, apoyo logístico integrado, adiestramiento operacional y de mantenimiento, suministro de centros de formación y adiestramiento para el sistema de combate y sistema de control de plataforma de los buques, y los sistemas para el mantenimiento de los buques en la Base Naval de Jeddah.