CRÓNICA. Imposible hacer una crónica al uso de la tarde del sábado 18 de julio en San Fernando. Tarde de emociones, de sentimientos, de toda una vida profesional que te pasa como el vuelo de un halcón sin apenas darte cuenta. Francisco Ruiz Miguel decía definitivamente adiós tras 46 temporadas como matador de toros, en su tierra y en su plaza, en el cartel taurino para las Fiestas del Carmen y de la Sal 2015; acompañado por el jerezano Juan José Padilla y el isleño David Galván.
Dos faenas imposibles de juzgar sin acordarse de la que empezó hace 46 temporadas en Barcelona, bañada ya en llanto por una primera alternativa frustrada, y finiquitada en su tierra, en su plaza, ante sus amigos, ante su gente y su pueblo también regada en lágrimas.
Porque así se ha escrito una historia, sobre risas y llantos, sobre páginas de un libro que empezaban vacías en los primeros albores de la temporada y que poco a poco rellenaban líneas de gloria, pero sobre todo de dignidad, de esfuerzo, de nada tengo y poco que perder, de jugarte la vida a ver qué pasa y si algún empresario se acuerda de mí. Afortunadamente eran otros tiempos, y sí que se acordaban para repetirte cinco tardes consecutivas en la Feria de Bilbao, o dieciséis años consecutivos en la Feria del Toro de Pamplona, o a llevarte de triunfo en triunfo de Barcelona a Palma de Mallorca y de vuelta en el Ferry para repetir otra tarde y las que te vayas ganando.
En total 1.428 corridas de toros con la de ayer sábado. La mayoría de ellas para retirar a gran parte de escalafón en una sola tarde. ¿Y estar aquí para contarlo? ¿Nos parece poco? ¿Acaso alguien puede poner un “pero” a la carrera de este torero? Sin duda la historia pondrá a Francisco Ruiz Miguel en el sitio que le corresponde. Un torero que la mayoría de las tardes cambiaba muy a su pesar el arte por el valor sin llegar nunca a olvidarlo, guardado siempre en el esportón para cuando lo permitieran los toros.
Lo de menos, la deslucida corrida de Pereda ‘La Dehesilla’, el corte de coleta del maestro a la que se aferró hasta el último momento y la que casi no permite a su hijo cortársela. Qué más da Ruiz Miguel con coleta o sin coleta, de luces o de corto. Lo importante, las lágrimas que compartimos con sus hijos, con su esposa Lola, la grandeza de su mito, de su historia, de los amigos que deja, de recuerdos imborrables, de la Corrida del Siglo, de las diez Puertas Grandes de Madrid, del último rabo en La Maestranza (y sé lo que digo), de las 100 de Miura, de las 89 de Victorino, de las 50 de Murteira, y qué se yo cuanto más.
Creo que Juan José Padilla y David Galván, muy por encima de sus toros, entregados por y para el maestro, sin olvidar el nivel de las cuadrillas, seguro me perdonarán sea Francisco Ruiz Miguel el protagonista de la tarde. Padilla está escribiendo su historia, Galván apenas lleva unas letras, Ruiz Miguel cierra una página importante del toreo escrita con sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Los romanos fundaron Augusta Emerita para descanso de sus soldados. El Maestro no tendrá una ciudad, tiene toda la geografía taurina, que le quiere y le respeta, para reconocer el justo y merecido descanso del Guerrero. Gracias Maestro por tanta torería. DIARIO Bahía de Cádiz
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