La asociación Cádiz Laica, delegación provincial de Europa Laica, ha denunciado la “presión” del PP en San Fernando y de distintos “lobbies religiosos” –como los ultracatólicos de Hazte Oír- para que en la fachada del Ayuntamiento isleño, actualmente en obras de rehabilitación, permanezca un azulejo colocado al inicio del franquismo del sagrado corazón de Jesús; un mosaico ajeno al origen constructivo de este inmueble que data del siglo XVIII que ya se ha retirado y que el Gobierno municipal ha anunciado que cederá al Arciprestazgo local.
Y es que la derecha local ha presentado una moción al pleno municipal de este mes de febrero instando a que este símbolo religioso siga presidiendo el Palacio Consistorial, un ente civil. Entre sus argumentos están que “una amplia mayoría de isleños son católicos”; que “su colocación es consecuencia de un acuerdo plenario adoptado en su día”, obviando que lo aprobó un ayuntamiento surgido de un golpe militar en plena dictadura, y por lo tanto, ilegal; que “la historia, las tradiciones y las devociones forman también parte de la personalidad incuestionable de los pueblos”; o que “hasta este momento su presencia nunca había sido objeto de controversia o discusión entre los ciudadanos”.
“Es conocido el continuismo nacional católico del Partido Popular y otros lobbies clericales; pareciera que quieren hacer suya la frase de ‘el espíritu católico que informa la vida oficial del nuevo Estado’, extraída del acta de imposición del mosaico en 1940”, subrayan desde Cádiz Laica.
Esta asociación, en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz, espera que el resto de representantes públicos del Consistorio isleño “sean más respetuosos con la generalidad de la ciudadanía y no caigan en la trampa de la imposición de los símbolos religiosos particulares. Que los católicos en San Fernando sean mayoría o minoría es irrelevante: el ayuntamiento tiene que ser un espacio inclusivo, para todos”.
Cádiz Laica también ofrece cuatro razones por las que la demanda de los conservadores es inviable: “el mosaico fue colgado en 1940 tras el golpe de Estado militar a la República, en plena la implantación de la dictadura nacionalcatólica”; “es un añadido extemporáneo ‘parche visual’ en un monumento del siglo XVIII de amplio valor histórico”: “vulnera el artículo 16 de la Constitución española que declara a las instituciones públicas como aconfesionales”; y “burla a la ley de memoria histórica; ya que la implantación múltiple de símbolos católicos fue una constante durante la dictadura franquista”, tan ligada con la Iglesia.
Esta asociación se hace eco también de esa acta plenaria de abril de 1940 en el que se aferra el PP local para defender este azulejo, en el que se subrayaba literalmente que: “el espíritu católico que informa la vida oficial del nuevo Estado, debe tener efectiva repercusión en los organismo públicos, que secundan así la intensa labor religiosa que se realiza desde el poder central, tiene mucho de ejemplar para la formación de la conciencia ciudadana. Tradicional es en el pueblo español la devoción al sagrado corazón de Jesús, a cuya venerada imagen se consagró un día la nación entera, estableciendo en el Cerro de los Ángeles, bárbaramente arrasado después por la presión del dominio rojo, el centro de la catolicidad española, como pregón al mundo entero de nuestro espíritu racionalmente ortodoxo…”. Un acta que se cierra con un “por dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista”, que deja claro en manos de quien estuvo este país durante cuarenta años de gris dictadura, que alguno parece añorar.
Desde el equipo de Gobierno de PSOE y PA ya se aclaró hace unas semanas que la idea de retirar el mosaico no es una ocurrencia suya: la propuesta de rehabilitación que ganó el concurso de ideas convocado por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento hace 14 años, del estudio Alt-Q Arquitectura, de Francisco Márquez y su equipo, ya contemplaba la retirada de ese azulejo.
El objetivo no es otro que devolver el edificio a sus valores originarios, y el azulejo del sagrado corazón impuesto durante la dictadura fascista, “no pertenece a esos valores al ser un elemento circunstancial y ajeno”, añadido siglos después de la construcción de este edificio perteneciente a la reforma del Estado llevada a cabo por Carlos III que, entre otros programas, pretendía dotar a las poblaciones más importantes de su Casa Consistorial para el gobierno de los asuntos municipales, quitando así el poder a los todavía existentes privilegios medievales de los señoríos.
Y si esta interesada polémica se ha levantado por este símbolo religioso, habrá que temerse lo que llegará en el momento que sean realidad las obras de reforma de la plaza del Rey y desaparezca la estatua ecuestre del general Varela que preside la misma: está aprobado en pleno municipal, en cumplimiento de la ley de memoria histórica.