La Armada española y Navantia dicen avanzar “satisfactoriamente” en la definición de la próxima generación de Buques Hidrográficos Costeros (BHC), que sustituirán a los actuales de la clase Antares (de los años 70 del siglo pasado). Nuevos barcos que desde hace tiempo se sabe que se construirán, algún día, en el astillero de San Fernando.
El Ministerio de Defensa y Navantia firmaron ya hace un año, el pasado diciembre, la orden de ejecución para la construcción de estos dos buques, que permitirán a la Armada renovar su Flotilla Hidrográfica, avanzando además en la transición verde, ya que los futuros buques podrán operar con biocombustibles.
En este contexto, responsables de la Armada y de la empresa estatal han celebrado una reunión en La Isla, en el Navantia Training Centre (NTC), en la que “se ha constatado el progreso del programa”, se asegura en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz. Estos encuentros tienen como objetivo llegar a la fase de revisión de diseño preliminar, cuya aprobación se prevé para los primeros meses de 2025.
En esta última cita han participado el director de Negocio de Corbetas y Buques de Acción Marítima, Alberto Cervantes, junto al jefe de este programa, Juan Carlos Carrascal; y, por parte de la Armada, el jefe de Programas Navales, CN Pedro Sánchez; y el jefe de Programa de la Flotilla Hidrográfica, CNI Ángel Arrazola. Además, han asistido representantes del Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM) y otros departamentos de la Armada.
UNOS 700 EMPLEOS DURANTE CUATRO AÑOS
Los buques hidrográficos costeros tienen como misión principal la publicación, difusión y mantenimiento de la cartografía náutica oficial del Estado, en aguas y costas españolas, un cometido del IHM, con sede en la capital gaditana, responsable de operar estos buques y garantizar el cumplimiento de dichas misiones.
Los dos que se proyectan, y que se llevarán a cabo en la antigua Bazán de San Fernando (la obra sostendrá 700 puestos de trabajo, incluyendo empleos directos, indirectos e inducidos, durante cuatro años), serán buques de 47 metros de eslora y un desplazamiento de alrededor de 900 toneladas. Con una dotación reducida de 30 personas, por su alto grado de automatización, tendrán una autonomía de 3.000 millas para mantenerse operando en aguas poco profundas durante 15 días.
Serán capaces de realizar levantamientos hidrográficos que permitan la elaboración de la cartografía, apoyo a la Flota con información geográfica, medioambiental y meteorológica y protección del patrimonio arqueológico subacuático. Para ello, estarán dotados de equipos hidrográficos como ecosondas, sonar de barrido lateral o sistemas de posicionamiento que contribuirán al estudio de la columna de agua y del lecho marino.
Además, los buques proyectados estarán dotados con medios autónomos como un ROV (Remotely Operated Vehicle), un USV (Unmanned Surface Vehicle) y un bote hidrográfico, que trabajarán de forma autónoma para compilar y registrar datos y que tienen la capacidad de realizar trabajos hidrográficos y oceánicos.