Colectivos vecinales de la barriada del Río San Pedro, en Puerto Real, se reunían días atrás con el concejal de Cultura y Fiestas, Alfredo Fernández, para comenzar a trabajar en planteamientos e ideas de cara a la celebración del 40 aniversario de este populoso barrio; efeméride que lleva reivindicando desde hace semanas la Plataforma Vecinal Río San Pedro.
La idea es poner en marcha un programa que no solamente recuerde aquellos inicios de este núcleo urbano (en otoño de 1982 se entregaron las primeras viviendas) sino también a reforzar su identidad y el cariño por la propia barriada materializándolo desde el punto de vista cultural, social y de ocio. Todo ello, se deja bien claro en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz, “en la medida de las posibilidades y de los recursos de los que dispone el Ayuntamiento”.
“Se hacía preciso comenzar a trabajar en las propuestas y sugerencias que promuevan la efeméride dentro de nuestras posibilidades, en el marco de una colaboración conjunta fundamental entre el tejido asociativo y la institución municipal”, apunta al respecto la alcaldesa, Elena Amaya; que agrega que “materializar este compromiso con uno de los núcleos urbanos más importantes de la localidad es un reto que necesitamos articular a través de reuniones donde podamos sentar las bases de forma coordinada”.
Fernández, por su lado, entiende que “este reto teníamos que iniciarlo de la mano de ese tejido asociativo que trabaja a diario por su barriada y que históricamente ha sido fundamental en la consecución del Río San Pedro y su entorno”. De este modo, el encuentro se planteó en una primera sesión con la presencia de representantes de la Plataforma Vecinal Río San Pedro, la Asociación de Vecinos Matagorda, la asociación cultural Amada de Esperanza, la asociación Activarte 2.0, el grupo de voluntarios Comando Verde, el Foro Ciudadano Río San Pedro y la Agrupación Parroquial Cristo del Amor y Virgen de la Esperanza.
Tras hacer una lluvia de ideas que derivará en un posible programa de actividades, se acordó ampliar la participación de las próximas sesiones con otros colectivos “que aportarán esa visión de conjunto fundamental entre los colectivos y el Ayuntamiento”. En ese mismo sentido, se implicará a los centros educativos a través de sus AMPAs, a la asociación de comerciantes, La Unión F.S. (como representación del ámbito deportivo), la Asociación de Pensionistas y Jubilados, el Club Náutico y a todos aquellos colectivos que pongan su colaboración para hacer realidad lo que debe ser, en palabras de la primera edil del PSOE, “un homenaje por y para el Río San Pedro, de la mano de sus vecinos y con el arrope del Ayuntamiento”.
Los asistentes concluyeron valorando positivamente esta primera cita, y emplazándose a una nueva reunión en la que se pongan sobre la mesa propuestas concretas para avanzar en el diseño de un programa de iniciativas para celebrar las cuatro décadas del Río.
“UNA BARRIADA A MEDIO ACABAR”
Ubicada en pleno centro del Parque Natural Bahía de Cádiz, actualmente cuenta con unos 6.000 vecinos y una población joven (y la tasa de natalidad más alta del municipio). Sus orígenes se remontan a los años 70 del siglo pasado, la etapa final de la dictadura, cuando se daba comienzo a los Planes de Actuaciones de Urgencias referente a los planeamientos urbanísticos, que pretendían solucionar los problemas demográficos de la ciudad de Cádiz (sin suelo para crecer) y dotar la Bahía de un conjunto turístico sin precedentes. Y así se planteaba un proyecto megalómano donde venían a construirse más de 30.766 viviendas y albergar una población total de 140.000 habitantes, además de todo un tejido industrial.
El pilar de este proyecto debía ser el flamante Puente José León de Carranza, que junto con la experiencia y herencia de la antigua barriada de Matagorda ofrecían solidez a ese Plan ACTUR. Pero este proyecto “tan ambicioso” se paralizó al evidenciarse su inviabilidad, a excepción de la barriada del Río San Pedro y el campus universitario.
Por tanto, precisaban desde la Plataforma Vecinal Río San Pedro meses atrás, “desde sus comienzos arrancan la falta de proyectos e infraestructuras, y carencias de una barriada a medio acabar, en la búsqueda constante de soluciones, sin una planificación de cara al futuro, como un barco a la deriva ante la sensación de abandono de las administraciones desde su más profundo germen, en un limbo de responsabilidades y con el sentimiento de orfandad hasta el punto de no contar con un gentilicio”.
Cuarenta años después persisten los “problemas eternos” de la barriada casi a la misma distancia de la capital que del centro de la Villa, como la contaminación de las industrias del Polígono del Trocadero, las descargas de graneles, los cables de alta tensión que vertebran el barrio, los problemas en transporte público, las deficiencias urbanísticas, la falta de servicios, o la ausencia de actividades y lugares culturales y de ocio.