Los concejales de Urbanismo y de Turismo del Ayuntamiento de Puerto Real, Antonio Villalpando y Alfredo Charques, respectivamente, han valorado la experiencia de cortes al tráfico de calles cercanas al paseo marítimo que se realizó durante la Semana Santa. Una prueba que el extinto PA ya tachaba hace unos días de “fracaso”, y que estos responsable tildan de “agridulce”, aunque “si queremos que la Villa se anime y pueda aprovechar todo su potencial turístico y cultural hay que hacer cosas”.
“Nos miramos en otros municipios cercanos y vemos que tienen visitantes, que las calles están animadas, que tienen terrazas con ambiente, que los negocios funcionan, que se crea empleo y se mueve la economía, y en cierto modo los envidiamos y decimos que Puerto Real está muerto. Pero para que esto pase, se tienen que buscar fórmulas, y eso es lo que estamos haciendo”, han reflexionado ambos ediles de Equo.
Villalpando y Charques, en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, han reiterado que la apuesta del Ayuntamiento para lograr el “despegue turístico” de la localidad tiene tres ejes: gastronomía, cultura y patrimonio y naturaleza, “y dos de ellas tienen que desarrollarse en el casco histórico, y por lo tanto hay que realizar modificaciones para realzar las posibilidades que Puerto Real tiene y en las que creemos firmemente”.
De este modo, ambos han considerado que el funcionamiento de esta prueba de Semana Santa “nos deja un sabor agridulce” porque “en realidad no pudimos comprobar el éxito de la medida por varias razones”, aunque “nos ha servido para aprender algunas cosas”.
Primero, el tiempo “no acompañó mucho”, y algunos de los establecimientos que habían mostrado su interés en sacar mesas a la calle “no se atrevieron a hacerlo porque aún no disponían de un material que pudiera mojarse”. También hubo otros que sacaron sus terrazas y tuvieron que quitarlas porque “algunos conductores se empeñaron en pasar por las zonas cortadas incluso a contramano”, se queja el responsable de Urbanismo. Por último, algunos restaurantes que dijeron que iban a montar terrazas, finalmente no lo hicieron “por motivos varios”.
“En cuanto al aspecto que la ciudadanía considera tal vez más negativo, el comportamiento del tráfico –explica Villalpando- creemos que la duración en el tiempo fue escasa como para que los conductores se acostumbren a bajar hasta el paseo marítimo por los extremos (Jarcia o calle Torrente por el Oeste y Concepción y subida por Ángel en el Este). Al hacerlo por Vaqueros, Palma o Soledad y encontrarse los tramos cortados, la calle Amargura se ha visto más transitada, pero creemos firmemente que es una cuestión de tiempo, como cuando se peatonalizó Matalobos”.
Según han manifestado estos dos representantes municipales, “son reticencias que se encuentran al principio de todos los procesos, pero luego la ciudadanía las valora como positivas y comprueban que se les saca partido”.
Y efectivamente, al único restaurante que estuvo durante toda la Semana Santa con terrazas fuera, en la calle Ancha, “le fue bien, y recibió el aplauso de sus clientes”. Así también “el presidente de Horeca, con quien hemos consultado esta cuestión, nos ha dicho que está demostrado que los restaurantes funcionan mejor cuando están juntos, y por eso esperamos, además de permitir las terrazas a los ya existentes, poder relanzar otros espacios, como los antiguos Chato de El Muelle o La Marina, siempre que estén relacionados con la gastronomía de Puerto Real”.
No obstante, cómo se haga finalmente “se someterá a un proceso de participación”, que ya se está diseñando. Mirándose en otras localidades cercanas, como Cádiz, Rota o Conil, se baraja ahora dar opciones para que la restricción de tráfico en estas calles se haga en unos días u horarios determinados, sólo durante el verano o bien de forma definitiva.