Navantia ha descubierto este frío miércoles, en el astillero de Puerto Real, un monolito de tres metros de alto por uno de ancho, conmemorando los 140 años que, de manera ininterrumpida, la factoría puertorrealeña ha estado desarrollando su actividad. Este acto se incluye en el programa conmemorativo hasta final de 2018, que incluye conferencias, jornadas de comunicación a colegios, la entrega al Ayuntamiento de una estructura por este aniversario o un día de Música en el Dique.
La presidenta de la compañía estatal, Susana de Sarriá, el comité de dirección y gran parte de la plantilla han participado en este acto, según se ha informado a DIARIO Bahía de Cádiz.
Susana de Sarriá ha destacado la vinculación de la historia del astillero con la Bahía de Cádiz y ha insistido que Navantia trabaja para “garantizar la viabilidad y sostenibilidad” de todos sus centros a través del Plan Estratégico, que se sigue negociando y que espera entre en vigor “en breve”. Por eso, ha mostrado su convencimiento de que los tres astilleros gaditanos van a tener “un gran futuro” impulsando el empleo y el progreso.
Precisamente, el astillero de Puerto Real en los últimos tiempos vive con la incertidumbre de verse sin carga de trabajo a partir de la próxima primavera, cuando finalice el encargo de cuatro petroleros Suezmax para el al Grupo Ibaizábal (no habrá quinto, salvo sorpresa). Aunque en una comparecencia en la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados a principios de mes, los responsables de la SEPI y de Navantia, avanzaron que se trabaja para que el Gobierno central encargue (sin fecha concretada) un BAM de investigación subacuática y un buque logístico para Ejército de Tierra, que se construiría en esta factoría.
DESDE 1878…
Desde el año 1878, año en que las compuertas del dique de Matagorda se abrieron por primera vez para recibir al vapor Guipúzcoa, hasta la fecha de hoy, el antiguo astillero de Matagorda primero y la actual factoría de Puerto Real después, han sido sin dudas “protagonistas” de un desarrollo industrial que fue elevando progresivamente el nivel de excelencia que su primer propietario quiso imprimirle.
El viejo dique de Matagorda, primera infraestructura construida del actual astillero puertorrealeño, hoy dentro de Navantia, fue levantado entre 1872 y 1878 por iniciativa del empresario santanderino Antonio López López. Su única idea fue paliar los limitados medios para uso civil que de este tipo de instalaciones existían entonces en España. Sus 150 metros de eslora y 25 de manga hacían de este dique la mayor infraestructura hidráulica construida hasta entonces en el país.
Junto al Arsenal de la Carraca y a la construcción de instalaciones menores en la zona del Trocadero, el dique de Matagorda inició la transformación del municipio donde se asentaba, que rápidamente dejo atrás el sector primario como soporte económico.
Fue este empresario, Antonio López, quien arriesgó su patrimonio personal para construir lo que en su momento fue la infraestructura de la industria naval más grande de España; después, en plena dictadura franquista, fueron los responsables de la empresa AESA, que en los años 70 del pasado siglo, decidieron levantar en el mismo sitio uno de los astilleros más grandes de Europa, para dar continuidad a la historia de éxito del antiguo astillero.
El astillero de Matagorda, en sus casi 100 años, construyó 169 barcos y reparó casi 12.000 unidades, sufrió las crisis derivadas de dos guerras mundiales y una guerra civil, vio crecer su suelo y su plantilla, y llevó al límite su capacidad de producción botando durante los últimos cinco años de actividad 27 grandes buques.
La nueva factoría, creada en 1975, estrena diques y talleres acordes con los tiempos, grúas que se convierten rápidamente en la “imagen de marca” de la Bahía y una plantilla que se eleva a 4.000 trabajadores. Desde entonces, seis empresas públicas la han gestionado: AESA, Astilleros Españoles, Astillero de Puerto Real, E.N. Bazán, Izar y Navantia. Entre todas han construido 72 grandes barcos durante los 33 años que mantuvo como nombre oficial el de Astillero de Puerto Real, un periodo de tiempo marcado como el anterior por las sucesivas crisis, que en esta ocasión no fueron provocadas por las guerras, sino por la reconversión industrial. De hecho, hoy día, la plantilla propia no supera las 1.000 personas.