No quito ni una coma a la alarma creada por la elección de Donald Trump, ni una coma, pero cuando en unas elecciones, más o menos democráticas, pasan estas cosas me pregunto qué hemos hecho mal para que pasen. Habrá personas que asimilen a todos los ciudadanos norteamericanos con el nuevo presidente, con sus ideas, con sus prácticas.
Habrá quien al pasear por Nueva York la identifique con la torre del “zanahoria”, pero Nueva York no es Trump, es mucho más, es Audrey Hepburn desayunado en el escaparate de Tiffany´s, es Woody Allen comiéndose el coco con su Manhattan, es también el “Oh capitán, mi capitán” de Walt Whitman, incluso en cierta forma, es García Lorca escribiendo “Por el East River y el Bronx -los muchachos cantaban enseñando sus cinturas-, con la rueda, el aceite y el martillo”.
Alguien puede asimilar a gente encapuchada, a cruces ardiendo, al Ku Klux Klan con la imagen de la ciudadanía de Estados Unidos, yo prefiero recordar a Robert Hale, a Oliver Law, a Steve Nelson y a los más de ciento cincuenta norteamericanos de la Brigada Lincoln, que dejaron sus vida y sus sueños en Brunete, en Belchite, en el Jarama, en España durante la Guerra Civil.
Seguro que hay quien entienda que el prototipo de mujer estadounidense la define Playboy y sus conejitas, o las vigilantes de la playa, pero Angela Davis, Janis Joplin, Joan Baez, Susan Sarandon, Jodie Foster, Susan Sontag… son norteamericanas.
Los circos electorales de convenciones de plástico, serpentinas, papelillos y luces, aunque no son exclusivas de Norteamérica, son norteamericanas, tan norteamericanas como la gente que sale a la calle en Nueva York, en Chicago, en Atlanta, en Seatlle, en Boston… Se escucha desde el minuto cero “It is not my president”; en algunas en un perfecto castellano, tambien se grita “Sí se Puede”, y me reconcilio con la esperanza.
Mientras en el suelo patrio, los Rivera, las Esperanzas Aguirre, las Susanas Díaz, se esfuerzan en comparar a Trump con Podemos, en algo a lo que nos están acostumbrando, los argumentarios políticos compartidos de los que tienen miedo, sin ningún rubor, sin despeinarse.
Pero de verdad lo que están diciendo, cantando y bailando en alguna azotea de algún edificio -aunque están en verdad es algún plató de televisión-, con coreografía y música de West side story, aunque no son ni Tony, ni Maria, ni Bernardo, ni Anita, ni Riff… “Ya tengo un cuñao en Am´wrica” en honor al que no deja de ser un producto de ellos mismos. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio