La oficina para la defensa de la vivienda de la Junta de Andalucía cuenta con cinco empleadas públicas. Parece ser que estos seres despreciables, puestas en esa oficina por la casta esa del PSOE que gobierna Andalucía y a iniciativa de sus socios de gobierno IU, también miembros de la casta que instituyó el régimen fascista del 78 que ha pervertido la democracia; parece ser digo, que han parado el desalojo de 1.273 familias en esta provincia en los últimos tres años.
Pero “quienes llevamos décadas en las calles, jugándonosla, afrontando, si hace falta, la injusticia, Ni una sola vez nos los hemos encontrado (a los del PSOE, PP, Ciudadanos…). Así que qué carajo tienen que explicarnos ahora de los derechos y las libertades”. Ruge Ada Colau, alcaldesa de Barcelona con once de los cuarenta y un concejales posibles.
“Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento”, decía Montesquieu. No será nunca nuestro caso. Aquí olvidamos la historia condenándonos a repetirla. Aquí sólo tenemos enemigos, adversarios. Los míos, los tuyos. Nunca los nuestros.
Los derechos y libertades los hemos conquistado con mucha fatiguita querida Ada. Mucha gente del PSOE y del PP han perdido incluso la vida en su conquista. Millones de anónimos españolitos que nunca han ido a una manifestación han hecho más por los movimientos sociales que tú y tantos como tú. Miles de personas en este país llevan décadas trabajando por y para sus vecinos. Los de aquí y los de otras partes del mundo que no tienen la suerte de poder tan siquiera expresar en voz alta lo que piensan, y menos aún de manera tan soez y tan poco apropiada en la regidora de la segunda ciudad de España. Eso sí, de manera callada y discreta, pero efectiva, te lo aseguro. Y sobre todo, y por encima de todo, sin ofender y sin soberbia.
El trabajo callado de cientos de asociaciones repletas de técnicos preparados que cobran lo justo para vivir, funcionarios que engrasan la maquinaria y ponen freno a los desmanes de los iluminados de turno, vecinos organizados para dar mejor vida a su comunidad, particulares que sirven de soporte a otros menos afortunados y así hasta el infinito y más a allá.
Un país cansado de callar durante cuarenta años, con unas ganas locas de vivir en libertad, de ponernos de acuerdo. De hablar en primera persona del plural. De que no nos den lecciones. Vamos o no vamos a una manifestación, cortamos o no cortamos calles y no por eso o por lo otro tienes más legitimidad moral para decirme lo que está bien o mal, aunque parece que ahora para obtener un carguito sí. Pasado activista le llaman.
Al final es lo mismo, con otros mimbres, otro discurso y otros ropajes. Soberbia, posesión de la verdad absoluta, caridad y desprecio al oponente. Conmigo comenzó la verdadera democracia. Los descamisados, los desposeídos. Los demás, los otros. Porque yo lo valgo, porque yo lo digo. Mis parados serán los tuyos cuando yo llegue. Mis asesores, esta vez con pasado activista, reemplazarán a los tuyos. No cambia nada. No va a cambiar nada. No aquí, en esta pequeña, irreal y a veces, ridícula, parte del mundo. DIARIO Bahía de Cádiz