No es fácil esto, qué va. Se le mueren amigos y conocidos a uno, el telediario te deja deprimido un día más con sus noticias sensacionalistas y sin contexto, siguen asesinando mujeres, la incultura y el apasionamiento aumentan como se observa en la enorme cantidad de faltas de ortografía de los lectores de periódicos digitales, en especial en la sección de deportes, apartado fútbol; la política es un despropósito, todos son esencialmente semejantes pero se esfuerzan en representar una obra de teatro; la crisis económica, social y de valores sigue bien presente y seguirá mientras exista el sistema del mercado pero lo más grave es que no hay recambio, los llamados anti-sistema no lo tienen, lo que tienen sólo es humo y buenas intenciones…
En fin, un despropósito pero vamos tirando, con pequeñas ilusiones vamos tirando, con posturas personales alternativas a todo lo que acabo de asumir va uno haciendo camino al andar. Pequeñas ilusiones domésticas, pequeñas ilusiones laborales como compartir con mis alumnos estos asuntos sin adoctrinarlos en nada porque no tengo nada nuevo que decirles, sólo mostrarles el mundo que les espera tras el final del curso, cuando se vayan a un mercado donde vivirán en sus carnes la crueldad del humano contra el humano, algo que no tiene por qué ser negativo sino apasionante.
Pequeñas ilusiones e ilusiones más ambiciosas: explicar todo este lío más ampliamente, en libros que pasarán casi desapercibidos porque no gustarán y porque yo no soy ningún fenómeno mediático. Trazar unas líneas que sirvan para contrarrestar el peso de tanta adversidad con el fin de seguir adelante, de seguir tirando de la vida. Empecemos ahora.
Amigos y conocidos que os morís, adiós, esto es lo que hay: mucho gusto por haberos conocido, os gocé en vida y ahora os gozaré muertos, es una putada pero por ahora no os voy a seguir, al menos voluntariamente. Tengo cosas que hacer aún. Ya veremos si más adelante cambio de opinión, mi vida es mía.
No, telediarios de mi alma, no me vais a deprimir con niños sirios famélicos ni con otras desgracias. No me vais a atemorizar para que de esa manera tenga por necesarios a los listos que os mandan y que son los primeros cómplices de los siniestros que proyectáis. En el gran cuerpo del mundo, las células van muriendo, ya me tocará a mí, mientras tanto me queda la palabra y no voy a ayudar a ningún desgraciado de la tierra como tampoco ayudaron a mi país los “países demócratas” cuando los fascistas lo estaban tomando. No me vais a meter por la caridad laica llamada solidaridad, eso es falso, así de claro: falso. No quiero paños calientes. Nos vamos al carajo y ya está.
Casi sesenta mujeres asesinadas en España en 2015, un holocausto femenino que se completa con las 11.766 asesinadas en los Estados Unidos entre 2001 y 2012, sin olvidar que, antes que en España, en Europa maltratan más a las mujeres en Dinamarca, Suecia, Finlandia, Francia y Reino Unido. El varón asesino por sentirse superior (¿o inferior?). Un desastre. Pero me gustaría que otros desastres diarios y cotidianos tuvieran al menos tantos altavoces, como el maltrato laboral, en general, o el de las modelos en particular.
Los analfabetos sabihondos. No señor, ustedes no son dignos de respeto, no son los clientes que siempre tienen la razón porque paguen un abono como socios de un equipo de fútbol. Ustedes son despreciables porque no se han preocupado por tener educación como ciudadanos, ustedes ya no proceden de la generación que vivió una guerra civil, como mis padres o mis abuelos, ustedes han tenido la oportunidad de estudiar gratuitamente o casi y no han querido, han preferido la ganancia fácil y rápida y ahora están sumidos en el paro, la precariedad y el analfabetismo y ese encabronamiento lo escupen fuera y dentro de los terrenos de juego. Ustedes ni saben pensar ni saben escribir, carecen de fiabilidad y si los medios de comunicación los adulan es porque no quieren perderlos como clientes pero yo no soy un mercader, yo los desprecio por el daño que hacen al conocimiento al que están ustedes obligados a abrazar.
Vamos tirando, hay unas reglas de juego impuestas desde más allá de nuestras fronteras. Son las que hay que seguir y, si no se desean, hay que prepararse para el llanto y el rechinar de dientes, la crisis actual puede ser un juego de niños comparado con lo que necesita la Historia para avanzar. Por tanto, políticos que habitan en la piel de toro, no me digan más pamplinas, reconozcan que el margen de maniobra es escaso, que estamos en una dictadura de terciopelo y pacten porque a mí ya no me la dan. Y, si no pueden hacerlo debido a sus emociones personales y colectivas, vayamos de nuevo a otra consulta terapéutica y emocional, acudan a la gente para que se asomen a las urnas de nuevo y las cosas se aclaren aunque sea de forma coyuntural. DIARIO Bahía de Cádiz