La semana del Día Mundial del Medio Ambiente es motivo de alegría. Este año la disfrutaré poniendo nuestro granito de arena para conservar el entorno más cercano, a la orilla de la playa, paseando por el sabinar, buscando anillas de flamenco, y contando historias de incendios forestales. Sin embargo, no será del todo gozosa porque la cerraré obligado, amenazado de graves multas si no me presento, a ser presidente de una mesa electoral el 9J.
Podría hacer un alegato por la democracia, por los que lucharon y murieron para que podamos ir a votar, o al orgullo de haber sido agraciado para ser garante del proceso de elección de nuestros representantes. No me costaría hacerlo ni sería una pose forzada, porque sobre el papel, es el mejor modelo que podemos tener, pero una cosa es la teoría y otra la práctica.
No se molesten en recordarme lo de los derechos y obligaciones, en que puedo opinar sin que me fusilen, que me dedico a algo tan improductivo y naif como la educación no formal, o que disfruto de una vida de oportunidades y servicios a mi alcance. No me deseen el hambre, ni el frío, ni la guerra para que valore el tiempo que me ha tocado vivir, ni me aleccionen con lo de una persona un voto y lo de la fiesta de la democracia. Lo sé, pero cada vez me cuesta más pensar que votando cada cuatro años al que me parece menos impresentable, corrupto y sumiso sea suficiente.
Debe ser que, como gritaba la Mariana Pineda de Federico García Lorca, nacido el mismo día que celebramos el Medio Ambiente, “Ahora sé lo que dicen el ruiseñor y el árbol. El hombre es un cautivo y no puede librarse”.
Después de meditar si merece la pena continuar dando rienda suelta a mi desilusión y falta de fe en el sistema, o empezar de nuevo y agarrarme a la esperanza, a la utopía en la que vivo y hablar de la importancia de ir a votar para proteger la naturaleza, he decidido sacar al cínico que llevo dentro y contarles en quien depositaré la confianza, perdón, mi papeleta, el domingo.
cuando un político habla de sostenibilidad, piensa en la parte económica, en lo rentable para las cuentas de resultados de sus señores, olvidando sibilinamente lo ambiental, lo social, lo cultural, lo ético y lo justo
De entre los problemas ambientales que nos amenazan, el de las renovables es el que debería preocuparnos. No me refiero a la apuesta por esta energía, de la que soy un auténtico defensor, sino al modelo que, con la excusa de la necesaria descarbonización, están instaurando y que refleja que para nuestros dirigentes y sus titiriteros, el Cambio Climático es una excusa para enriquecerse y conseguir el control total de la ciudadanía.
Taimadamente, están engañando a las poblaciones rurales para robarles el suelo, y con ello destrozar el patrimonio cultural y ambiental, romper la cohesión social y las oportunidades de desarrollo de una economía realmente sostenible. Cuando un político habla de sostenibilidad, piensa en la parte económica, en lo rentable para las cuentas de resultados de sus señores, olvidando sibilinamente lo ambiental, lo social, lo cultural, lo ético y lo justo.
Pequeñas empresas, en connivencia con las administraciones, están promoviendo cientos de pequeñas instalaciones y megaproyectos, saltándose leyes al etiquetarlos de sector estratégico, sin planificación ninguna, sin contar con la participación ciudadana, y a sabiendas de que luego serán vendidos a los grandes fondos de inversión que gobiernan el planeta, y que en pocos años serán los dueños de la energía que necesitamos para vivir, y por consiguiente repitiendo el mismo modelo capitalista, de sometimiento, que vivimos en la actualidad.
Están creando una burbuja que pronto estallará, dejando cientos de instalaciones abandonadas en el entorno, con miles de afectados por la venta y alquiler de sus terrenos, con un medio ambiente destrozado y con la energía en manos extranjeras dispuestas a especular en, y a nuestra costa.
El boom de las renovables, y el cacareado Hidrógeno Verde, también traerá la privatización y especulación del agua y muchos problemas hídricos, ya que necesitan de grandes cantidades para generar la energía. Tu piscina y tus cultivos les importan un pijo. Han secado ríos, pantanos y lo harán con acuíferos y manantiales si el libre mercado lo exige.
Por eso he decidido decantar mi voto hacia aquellos partidos que favorecen el autoconsumo, que piden una moratoria en la instalación de renovables, que hablan de decrecimiento, reducir el consumo, eficiencia energética, planificar los proyectos acordes a las necesidades del territorio, canales cortos de distribución de la energía y, por tanto, de un nuevo modelo económico que no ponga el capital por encima de la conservación de la naturaleza, de los Derechos Humanos , de la Democracia y de la Libertad, Igualdad y Ley que Mariana mandó bordar en su bandera y le costó la vida. DIARIO Bahía de Cádiz