En Jerez (ahora sí, porque era de «los nuestros») entró en el reparto, dando pié a que se construyeran dos edificios y se realizaran mejoras en el propio parque. Por desgracia, nadie parecía hacer nada por resolver los problemas estructurales reales del propio parque: la falta de luz y la inexistencia de una red de comunicaciones propias de un espacio tecnológico.
Las ayudas concedidas eran en realidad un caramelo envenenado al tratarse no de un dinero a fondo perdido sino unas cantidades reembolsables después de varios años de carencia. Pero claro, la devolución ya lo harían otros y lo que primaba en ese momento era «la foto» y la apariencia de que el proyecto iba viento en popa.
¿Quién con dos dedos de frente daría unos fondos a devolver, a una sociedad con un capital que rondaba los 100.000 € y con evidente incapacidad para generar ingresos?, ¿Sobre la base de qué plan de negocio se argumentó la viabilidad de una inversión de semejante cuantía?, ¿cómo los edificios a construir generarían los recursos suficientes para garantizar la devolución?
Con la aceptación de estas ayudas del Fondos Tecnológico se firmaba la pena de muerte del proyecto. Lo demás era cuestión de tiempo. Eso sí, el gobierno socialista de Andalucía podía sacar pecho de que había sido capaz de acometer la inversión total concedida, aunque fuera a costa de endeudar hasta lo imposible a proyectos como el PTA de Jerez. En definitiva, qué más daba, si en el fondo, el PTA de Jerez seguía sin estar en el mapa de espacios tecnológicos de la región (frente al Parque de Las Aletas que era «el que tocaba»).
Y menos importaría Jerez en las políticas regionales de desarrollo industrial vinculadas a la innovación, cuando en 2011, el PP consiguió la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Jerez.
Como una suerte de justicia histórica para el nuevo gobierno de la ciudad, aquel proyecto que se iniciara 10 años antes con la aportación de Miguel Arias, ahora volvía a manos de la derecha jerezana, pero sin restos de aquellos 11 millones de euros, una deuda impagable a medio plazo y completamente desdibujado.
En un acto de transparencia marca de la casa PP, el nuevo gobierno destituyó a todos los consejeros de la oposición de la junta de accionistas y acometió una campaña de acoso y derribo contra la antigua gerente que culminó con su despido e imposición de un nuevo gerente que no contaba con la aprobación de los consejeros de la Junta de Andalucía. Y, desde entonces, la historia del PTA es la crónica de las desavenencias entre García Pelayo y el Delegado del Gobierno Jiménez Barrios hasta la definitiva entrada en el pabellón de enfermos desahuciados firmada el pasado jueves. Punto y final. Adiós.
¿Realmente es un adiós? Seguramente estaremos ante un punto y seguido.
Efectivamente, el proyecto agroalimentario de la derecha jerezana queda aquí muerto y enterrado. Si no, que alguien nos indique al menos una iniciativa que en materia de impulso al sector agroalimentario local el actual gobierno haya desarrollado en la presente legislatura. Las deudas del PP hacia la gran patronal agraria son suficientes para que la política de no intervención en «su» cortijo sea la que impere.
Pero algo han aprendido en todo este proceso: que una buena idea es fundamental para construir todo un sistema de propaganda.
Seguramente en los próximos meses asistiremos al relanzamiento de alguna iniciativa como la pretendida plataforma logística, que dé pié a que el Ministro Montoro destine unos fondos singulares para la provincia de Cádiz, «como muestra del compromiso del gobierno popular con la provincia de mayor paro estructural de España». Y, como parte del proyecto, veremos como el antiguo parque agroindustrial se amplía hacia el aeropuerto, ahora ya sin la limitación de la especialización agroindustrial. El nuevo parque (se nos dirá), será capaz de acoger empresas con capacidad para generar cientos de puestos de trabajo, aprovechando la sinergia de los dos puertos de la provincia y el aeropuerto. Porque esta nueva visión del desarrollo ya no será localista, sino que será una verdadera apuesta (se nos insistirá) por articular los potenciales económicos de los tres polos de la provincia.
¿Quién se puede negar o cuestionar la más mínima inversión por parte del gobierno en una ciudad con semejante nivel de paro?
Al PSOE local le cogerá a contrapelo; cuestionará la viabilidad del proyecto y correrá a Sevilla para que desde la Junta se impulse otra iniciativa que, de cara a las próximas elecciones, contrarreste la propaganda del PP con el músculo financiero del gobierno central. Y, así, vuelta a empezar.
Nos quedaría ahora sólo hacernos una última cuestión. ¿Realmente el PTA habría tenido futuro? Me gustaría decir que sí, con el permiso de los causantes de este fracaso: PP y PSOE.
A lo mejor, si se hubiera procedido a una ampliación de capital por parte fundamentalmente de la Junta de Andalucía, se hubiera dado más participación al sector privado, se hubiera trabajado en la potenciación de un entorno de servicios de alto nivel en el ámbito agroalimentario, se hubiera buscado la presencia del parque y su entorno en los foros e instituciones clave en la toma de decisiones y se integrase el parque dentro de una oferta regional de suelo industrial de primera calidad para atraer a grandes grupos empresariales, generando así economías de escala a nivel regional que permita entrar a jugar de alguna forma en la liga de la globalización, a lo mejor así, digo, se habría dado futuro al proyecto.
Pero esto es creer en el país y querer a mi ciudad señoras y señores del PP y del PSOE. DIARIO Bahía de Cádiz
¡Jerez merece la pena!