“Casi como objeto de lujo se considera en este pueblo el adorno y aseo de sus muchas bodegas de extracción y almacenado de vinos, habiendo varios edificios de esta clase de un valor considerable”.
Estas son las palabras con las que Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar publicado entre 1845-1850, se refiere al paisaje de El Puerto de Santa María y a su patrimonio bodeguero. Apenas diez años después de la planificación del que es considerado el primer ensanche urbano de carácter productivo de la España contemporánea: el ensanche portuense de Campo de Guía, proyectado en 1835 por los arquitectos Juan Daura y Torcuato Benjumeda.
El Campo de Guía es una joya urbana a nivel nacional e internacional por diversas cuestiones, entre ellas: su morfología urbana (escala edificatoria, relación entre el espacio construido de la bodega y los patios y almizcates), lo temprano de su planificación (29 años anterior a la Ley de Ensanche de poblaciones) y que se trata de un espacio dedicado casi en su totalidad, y desde su origen, a la actividad vitivinícola.
El mismo Campo de Guía sobre el que recientemente se ha anunciado una operación urbana de revitalización y preservación del patrimonio bodeguero en la que, a excepción de las palabras del anuncio, no hay ni rastro, en la infografía aportada del proyecto, de esa supuesta preservación del patrimonio bodeguero. Es más, si se comparan las imágenes realizadas para la visualización del proyecto con las dos imágenes del exterior de la edificación que acompañan al anuncio, no se observa relación alguna entre ellas. Podría ser un proyecto ejecutado en cualquier parte del territorio portuense. Pero no es así. Se trata de una propuesta sobre el patrimonio bodeguero. Ese patrimonio tan singular que ya desde mediados del siglo XIX era reconocido por el ministro de Hacienda Pascual Madoz, tan característico que en la propuesta de tranvía planteada en 1895 se proponía el paso del mismo por el Campo de Guía portuense, tan relevante que no existe ejemplo similar en todo el Marco de Jerez ni en cualquier otra región vitivinícola.
¿Acaso el patrimonio bodeguero es solo una fachada? ¿Un espacio vacío de contenido? ¿No son importantes las relaciones entre lo construido, la nave bodeguera, y el vacío, los patios trabajaderos y almizcates?
Pero así es, es en esta zona, en este ensanche patrimonial, donde se realizan estas propuestas que nada tienen que ver con lo que es este espacio ni con su significación. Preservar el patrimonio. ¿Acaso el patrimonio bodeguero es solo una fachada? ¿Un espacio vacío de contenido? ¿No son importantes las relaciones entre lo construido, la nave bodeguera, y el vacío, los patios trabajaderos y almizcates? ¿No es importante la traza del Callejón de San Diego en la conformación de la ciudad y en el entendimiento de sus procesos urbanos? La morfología de las ciudades, sus calles, sus trazas y realineaciones, el volumen de lo construido y de lo no construido, todo ello es el testigo del espacio que compartimos generación tras generación, lo que hace que entendamos el pasado, el presente y el futuro. No son solo fachadas. La ciudad es un documento histórico vivo, no podemos ignorar la información que contiene.
Ahora sí, revitalizar el Campo de Guía es una labor que requiere de sensibilidad, la sensibilidad con la que se trata la identidad de un pueblo. Existen numerosos ejemplos de espacios productivos patrimoniales que han sido reutilizados como equipamientos y como viviendas preservando su valor patrimonial, véase el caso del Archivo Histórico en la bodega José Ximénez, o las actuaciones realizadas en Fábrica de Artillería de Sevilla, Can Batlló, Matadero Madrid, etc. Lo mismo sucede con la implantación de viviendas en naves bodegueras, desde el siglo XIX se lleva a cabo esta práctica en Jerez de la Frontera. Habitar una bodega tiene que ser una experiencia única relacionada con el espacio bodeguero, su escala, su altura, su luz, su modulación. Habitar una bodega y preservar su patrimonio es mucho más que conservar una fachada. DIARIO Bahía de Cádiz