La candidatura a Capital Europea de la Cultura, propuesta desde Jerez, pero compartida con toda la provincia, pretende ser un ejemplo de unidad y cohesión adaptado al trazado que Europa está diseñando. Su viabilidad, teniendo en cuenta las inversiones que podrán aplicarse, además de poner en valor nuestra cultura, nuestro patrimonio, las nuevas tecnologías y la sociedad civil, puede sembrar, por qué no, parte del futuro para las nuevas generaciones que nos siguen.
Para fortalecer y mejorar la unidad europea, se está poniendo en valor la llamada cultura transnacional como eje vertebrador de futuro. Eso nos muestra un camino abierto y la salida a la coyuntura que estamos experimentando. Esta perspectiva aprecia lo que une, para que las administraciones públicas dinamicen un modelo de convivencia y de desarrollo, basado en el patrimonio cultural común. Así lo vienen manteniendo señalados nombres del pensamiento y la comunicación. Y con esa premisa a escala continental, se están librando importantes ayudas para recuperar y fortalecer las economías de nuestros países, tras las pérdidas generadas por la pandemia.
Para el desarrollo de la provincia se emprendieron importantes acciones con éxito. Pero otros grandes proyectos planificados o llevados a cabo en la comunidad gaditana, a pesar del volumen de las inversiones, no dieron los resultados esperados. Y no sería descabellado pensar que uno de los puntos débiles que han dificultado lograr esas metas, ha podido ser la falta de unión. Para no caer en lo mismo, desde nuestros territorios de la provincia de Cádiz, que son muy ricos y diversos, debemos alentar un espacio participado que impulse nuestra economía. La modernidad y el progreso de nuestras comunidades, pasa por plantearnos la convivencia como una plaza pública donde la riqueza que poseemos se pueda interrelacionar mostrándola al mundo y a nosotros mismos.
Desde Jerez venimos trabajando con representantes de nuestra Comunidad, del Estado y con parlamentarios europeos para que un patrimonio único y genuino, genere conciencia en las administraciones y en el sector privado. Este valor patrimonial se llama Flamenco. Su implantación universal y el crecimiento sostenido en las emociones de los que lo conocen, hace que sea la aportación cultural más exportable que tiene Andalucía y España. Por eso estamos obligados a solicitar, de manera rotunda, que se considere esa riqueza tangible como una prioridad.
La tarea que tenemos por delante, si queremos conseguir esos objetivos, es considerable, pero no imposible. Si convenimos que merece la pena intentarlo de otra manera, procurando gestionar las ayudas europeas que nos lleguen con esas miras, daremos un primer gran paso.
Imaginarnos juntos, en un momento en el que la unidad de nuestra provincia es más indispensable que nunca, implica comprender y actuar mirando el horizonte con una actitud de buen vecino.