Nada de lo humano me es ajeno”. Desde que se inició la desproporcionada respuesta israelí al ataque del grupo armado de Hamás, se ha desatado una violencia a gran escala contra la población palestina que no nos puede dejar indiferentes. Resulta del todo contradictorio que parte de nuestro trabajo docente sea el de educar en valores como la Paz y la NO Violencia, el respeto a los derechos humanos y la vida, la solidaridad, la empatía, la resolución pacífica de los conflictos, y permanezcamos de manera pasiva ante lo que se ha calificado ya como un “genocidio televisado” al que nadie parece poderle poner freno.
Y sí, aunque sabemos que el mundo es un lugar violento, mucho más violento incluso que a principios de este siglo XXI y que actualmente se están llevando a cabo otras guerras consideradas de alta intensidad, conflictos que también condenamos en su totalidad, nuestras palabras en esta ocasión ponen el foco en lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza por tres razones fundamentales: la crueldad extrema con la que se está llevando a cabo, la impunidad con la que Israel incumple el Derecho Internacional y la hipocresía con la que actúa la comunidad internacional que envía tanques y armamento a Ucrania, para hacer frente a la invasión del Ejército ruso, pero abandona a Palestina, que soporta más de siete décadas de ocupación israelí, o que impone sanciones a gran escala y sin precedentes contra Rusia como país atacante, pero permite a Israel saltarse el Derecho Internacional con coste cero.
Estas palabras son palabras que muestran nuestra solidaridad con un pueblo que lleva más de 70 años ocupado, invadido, sometido, dominado y oprimido por el estado de Israel. Un pueblo sobre el que se aplican desplazamientos forzosos que obliga a sus habitantes a abandonar sus casas y al que se le niega el derecho al retorno. Un pueblo sobre el que se está aplicando políticas muy parecidas al apartheid africano y que llevó a José Saramago, el Premio Nobel de Literatura, cuando visitó Gaza en 2022 a describirlo como “el campo de concentración más grande del mundo”.
Como docentes destacamos que la ofensiva israelí incluye ataques indiscriminados a objetivos no militares como escuelas y hospitales. Cientos de escuelas, han sido bombardeadas, al igual que estudiantes y docentes asesinados en continuos bombardeos que han devastado la infraestructura educativa y causado traumas mentales a miles de estudiantes. Algunas de estas escuelas servían de refugios que acogían a la población desplazada. Del mismo modo los centros de educación superior, incluidas las universidades, han quedado también destruidas. El asedio y los bombardeos israelíes han devastado la infraestructura educativa de la Franja de Gaza, privando del derecho a la educación a más de 625.000 estudiantes que además se enfrentan al trauma de la agresión y las precarias condiciones de vida en el asediado territorio palestino.
como docentes destacamos que la ofensiva israelí incluye ataques indiscriminados a objetivos no militares como escuelas y hospitales. Cientos de escuelas, han sido bombardeadas, al igual que estudiantes y docentes asesinados
La masacre que continua hoy día, ha provocado una cifra que supera ya las 36.000 muertes y más de 81.000 personas heridas, sin contar los miles que se suponen enterrados en los escombros de edificios enteros por toda la Franja de Gaza. De estas cifras destacamos que más de 13.000 fallecidos corresponden a niños y niñas, y 9.000 a mujeres. ¡ES URGENTE UN ALTO DEL FUEGO YA!
Y palabras también para condenar la atrocidad que supone el bloqueo a la ayuda humanitaria que Israel ha impuesto en la zona, impidiendo el acceso de alimentos, agua, combustible, ropa, material sanitario provocando un abandono total de la población civil que la condena a la hambruna y a las enfermedades, lo que permite afirmar que el número de muertes no dejará de aumentar cada día. Es por lo que PEDIMOS LA APERTURA DE CORREDORES HUMANITARIOS que permita la entrada de todo aquello que garantice la vida en las zonas afectadas.
Como docentes nos resulta del todo imposible dar la espalda a estos acontecimientos. Consideramos esta condena de la ofensiva israelí como un acto educativo, puesto que la escuela debe mantener un cordón umbilical que la una al mundo y a la realidad de cuanto ahí acontece para traerla de vuelta a las aulas contribuyendo así al desarrollo de la competencia social que permite “… comprender la realidad social del mundo en que se vive y ejercer la ciudadanía democrática en una sociedad cada vez más plural… capacita a las personas para convivir en sociedad, relacionarse con los demás, cooperar, comprometerse y afrontar los conflictos… en suma, implica comprender la realidad social en que se vive, afrontar los conflictos con valores éticos y ejercer los derechos y deberes ciudadanos desde una actitud solidaria y responsable”.
Y por último, queremos manifestar que en un contexto donde la guerra y el conflicto son noticia diaria, trabajar en nuestras aulas la “educación para la paz” e inculcar sus valores es un acto de responsabilidad social que no podemos obviar. Fomentar la pertenencia a una única familia humana y promover los valores de solidaridad, empatía y respeto mutuo es nuestra aportación como docentes para abordar los desafíos globales y la convivencia de nuestras aulas, el legado que nos permitirá sembrar un futuro esperanzador para las generaciones venideras. DIARIO Bahía de Cádiz