Que se invirtiera 1,7 millones de euros en levantar esa construcción, inclasificable por lo antiestética e inútil, en el Paseo de Santa Bárbara produce una sensación de impotencia y congoja enorme cuando hay tantas necesidades básicas de los ciudadanos sin atender.
Y nos vamos a fijar en el colectivo más desposeído, rechazado y olvidado: las personas sin hogar. Buena parte de las cuales, curiosamente, encontraron es esta estructura serpenteante y vacia, un acomodo donde hacer su nido temporal.
Ahora este espacio millonario se ha quemado, aunque en verdad, ese dinero ya se perdió en el momento de destinarlo a tal fin. Y las personas que lo utilizaban tendrán que buscar nuevo refugio en los recovecos de la ciudad, donde puedan guarecerse del frio, la lluvia, el calor y las posibles agresiones de otros ciudadanos que no les consideran seres humanos con los mismos derechos que los demás y, eso sí, mayores necesidades para salir de su situación.
Si nos paramos a pensar en lo que podrían haber dado de sí esos 1,7 millones de euros para mejorar la situación de estas personas, la desazón que produce ese derroche es inmensa. En un cálculo muy elemental podría, por ejemplo, haber dado alojamiento a casi doscientas personas durante tres años o a 100 durante seis.
Este colectivo, al que diversas circunstancias ha llevado a la calle y al que juzgamos con enorme severidad, como si la sociedad no hubiera también contribuido a su hundimiento y que tiende a mirar hacia otro lado ante un espectáculo desagradable del que quiere desentenderse, está ahí y no dejará de estarlo si como sociedad no tendemos la mano y ofrecemos recursos que los guíen y ayuden a salir de ese pozo.
Es posible hacerlo, como lo está demostrando el trabajo que desde Asuntos Sociales se ha iniciado y que permite tener esperanza de ir hacia la solución; tanto por el trabajo hecho en el CN Elcano durante el confinamiento, como por el que se realiza en el centro de día de alta tolerancia y el del equipo de calle, puestos recientemente en funcionamiento.
El inicio de su recuperación está en marcha, pero queda mucho por hacer. Porque actualmente se valora que hay unas 60 personas sin hogar en Cádiz capital y muchas han tenido que volver a la calle tras su paso por Elcano, al no proporcionárseles una alternativa de alojamiento por el Ayuntamiento.
Por eso resulta todavía más indecente que se pudiera disponer en su momento de casi 2 millones de euros para crear un innecesario y antiestético gusano metálico en una bella zona de la ciudad, ejemplo de la irresponsable utilización de los recursos públicos.
Esto nos lleva a pensar que la participación ciudadana en los presupuestos y proyectos de la ciudad es fundamental, que estas decisiones no pueden depender en exclusiva de lo que determinen los equipos locales, que tod@s debemos implicarnos y entre tod@s determinar las prioridades de nuestra ciudad y de sus ciudadan@s, entre los que también están las personas sin hogar. DIARIO Bahía de Cádiz