Va barruntándose en los corrillos de las tertulias comentarios acerca de que el Gobierno presidido por Mariano Rajoy está seguro de que los ciudadanos y ciudadanas para los cuales gobierna son imbéciles pensando que con tanta artimaña sumergida van a conseguir los votos necesarios para prorrogar su mandato.
Porque hay cosas inverosímiles, por muy capaz que seamos de reflexionar sobre el asunto en cuestión, los temas surgidos de una variable constante, la del independentismo catalán hasta en la sopa, presagia la debilidad de un Partido Popular al que la corrupción esta desnudando poco a poco, viéndosele las entrañas de un manifiesto caso de hurto societario al bolsillo ciudadano. Ya no interesa a los españoles tanto lo que va a hacer o no el President del Parlament o un ex President de la Generalitat en busca y captura cuando pose sus increíbles meteduras de pata en territorio del Estado. Lo que nos interesa a los ciudadanos y ciudadanas de este país es el paro, sí, el desempleo oculto bajo sueldos precarios con trabajos precarios en una sociedad precaria carente de recursos básicos a las familias abrumadas por el pago de las facturas de los servicios indispensables en el hogar, la calefacción, la luz, el gas, el agua o el teléfono; sin contar los desembolsos de material escolar, transporte público o similares; sin sumar la vestimenta o el calzado, el aseo o la comida regular ¿O algo de todo esto que señalo se puede considerar artículo de lujo en lugar de primera necesidad?.
Eso es lo que importa a las familias, por encima del nacionalismo, la independencia o la unilateralidad que proclaman desde Catalunya; qué duda cabe que si nos afecta, es obvio que las economías se fundamentan en el apoyo de las diferentes comunidades autónomas y de sus necesidades propias, sus derechos otorgados y sus responsabilidades para el Gobierno Central. Pero vamos más allá en la cuestión ¿Es necesario hablar tanto de lo que va a ocurrir en la Barcelona urbanita, moderna y multicultural? Ya sabemos de su importancia, de su grado de experiencia en el turismo que tanto le repercute económicamente; al final tendrán que darse cuenta de que los imposibles no se hacen posibles en un arrebato de locura de una partida de idealistas fuera de las normas establecidas para todos y todas los que vivimos en este país.
Es fácil para el Gobierno utilizar los canales públicos para evadirse del grave deterioro que en sus filas va lacerando poco a poco la estabilidad de un partido que supo granjearse la simpatía de todo un pueblo haciéndonos ver que eran los salvadores de la patria y se convirtieron en los tahúres de un casino que hicieron suyo a golpe de sobre. Esa es otra cuestión que importa a los españoles y españolas, junto al paro y la carestía de la vivienda, a mucha distancia de ella pero al fin y al cabo, con la incredulidad producto de sabernos timados por aquellos que dijeron venir a protegernos de un socialismo demasiado descuidado.
La gente se pregunta dónde está la recuperación económica más allá de los resultados de las cuentas de provisión de las grandes empresas; a dónde se ha ido esa regeneración del empleo con una Reforma Laboral tan agresiva como incomprensible de razonar que es la panacea del derecho al trabajo. Demasiadas vulgaridades del Gobierno, oportunista a la hora de hacer cábalas para recaudar fondos de los Presupuestos Generales con la sutil idea de llevar la lengua española a todos los rincones del Planeta; qué casualidad que esto venga tras la oleada del catalanismo en auge. Por supuesto que nuestra lengua es motivo de satisfacción oír utilizarla a miles de kilómetros de distancia, lo que me da verdadera pena es que no escuchemos la palabra socorro de las familias en riesgo de exclusión social y pobreza extrema de la que nos separan apenas unos metros.
Pero tampoco se quedan atrás difundiendo entre papeles informativos la fórmula del ahorro con el pretexto de recuperar los Planes de Pensiones sin necesidad de morirse, caer gravemente enfermo o estar más de un año en el paro; claro que no son capaces de añadir en su discurso la frase mágica que dé respuesta a la pregunta lógica ¿De dónde van a sacar los ciudadanos y ciudadanas el dinero para aportar al Plan de Pensiones si no tienen recursos para llegar ni siquiera a fin de mes? ¿Es esta otra treta de mala fe de un Gobierno engreído metido en la burbuja de la pomposidad que ve molestado su status con las demandas del pueblo soberano? Tenemos lo que nos merecemos por votos de la mayoría, hemos caído en la trampa política como siempre lo hacemos, esperando un milagro de una ciencia creada para magnificar personajes a costa de denostar sociedades. DIARIO Bahía de Cádiz