Hay sucesos, que por inesperados y trágicos, descolocan nuestra persona, nuestras ideas, nuestros compromisos y, sobre todo, nuestros sentimientos. Lo echamos de menos en el Foro Social a donde solía ir todos los lunes por la tarde. En la mañana del martes temprano lo han encontrado muerto casi a la puerta del cementerio con su bici, su mochila y sus casi nulas pertenencias. ¿Qué hacía allí a esas horas Fernando? ¿Estaba buscando descansar junto a otros muertos?
Dos horas el cadáver en el suelo, esperando los trámites de las leyes que nos hemos dado. Después se lo llevaron a Cádiz para la autopsia y para investigar de qué había muerto. Los informes médicos dirán que ha sido un infarto u otro episodio repentino con nombre raro. Sin embargo, nosotros y nosotras que conocíamos bastante a Fernando por fuera y sospechábamos algo de su desesperada batalla interior contra todas las cadenas que le tenían acorralado y preso, nosotros y nosotras, afirmamos que ha muerto por las muchas dentelladas que la pobreza y la exclusión le estaban asestando desde hace tiempo. Sobrevivía rodeado de gatos que espantaban a las ratas siempre dispuestas al asalto de su cuerpo durante los sueños y desvelos.
¿Qué sociedad es esta que estamos construyendo y que es capaz de destruir a personas cultas y con gran preparación, como Fernando, lanzándolas a los insoportables márgenes de las ciudades y la vida? ¡Cuántas excusas y opiniones aparecerán ahora intentando justificar conciencias, mientras miramos para otro lado! Nadie será culpable en concreto, pero todos somos responsables de este triste suceso. Porque Fernando ya no está entre nosotros y miles más de excluidos, en otros pueblos y ciudades, estarán deslizándose por esa terrible rampa de pobreza, camino de una segura e injusta muerte.
Hoy, el dolor y la rabia nos invaden, sin embargo, no queremos regodearnos en ellos porque son ineficaces y estériles; lo que deseamos es que estos sentimientos se vayan transformando en convicciones profundas y compromisos radicales que denuncien injustas realidades y propongan soluciones para que no haya nunca más tristes desenlaces como este.
Los responsables políticos deberían reflexionar sobre si las realidades de extrema pobreza están entre su prioridades y actuaciones urgentes. Nosotros y nosotras seguiremos denunciando estas y otras injusticias a pesar de que nos llamen demagogos, rojas o los de las pancartas. Nos gusta y nos encanta la vida y luchamos para que esta sea plena y para que envuelva bajo su manto a todos y todas. Perdona, Fernando, por no haber sabido intuir tu desesperada situación y por no haber hecho lo imposible por evitar este trágico desenlace. Descansa por fin en paz y piensa que, por lo menos tus gatos, te echarán de menos esta y muchas noches más.
(Nosotras y nosotros, tus amigas y amigos nos reuniremos el jueves 14 de febrero a las 6 de la tarde en el Centro Cívico para despedirte con un ‘hasta luego como tu te mereces’. “Fernando, tu luchas seguirán siendo nuestras luchas”). DIARIO Bahía de Cádiz