A Fernando y a Rachij no es necesario explicarles el significado de la palabra “desigualdad”; la situación de extrema necesidad que padecen cada día les recuerda que vivimos en un mundo dividido entre ricos y pobres, entre los que tienen acceso a un trabajo y a una vivienda digna y los que, como en su caso, solo poseen lo que sus mochilas alcanzan a almacenar. Ellos son el mejor diccionario donde poder leer el concepto de “exclusión social”; lo llevan escrito en sus rostros cansados y sus cuerpos enfermos, cuya postura corporal delata el hartazgo que provoca llevar una vida sin horizonte.
A Fernando y a Rachij tampoco es necesario hablarles de promesas de gobierno, ni de mociones incumplidas, tampoco precisan de análisis estadísticos, de datos o cifras para conocer el fracaso estrepitoso de las políticas sociales de nuestra ciudad, pues las sufren en sus propias carnes cada día desde hace años viendo cómo las legislaturas se suceden unas tras otras y siendo testigos de cómo el único cambio visible son las siglas políticas, que vienen cargadas de buenas intenciones que se desvanecen a poco que se instalan en sus acomodados espacios de confort.
La falta de vivienda obligó a Fernando y Rachij a ocupar un inmueble en la calle Larga, en la que vivían unas 15 personas y que en la madrugada del pasado 31 de marzo tuvo que ser desalojado por los bomberos debido a un incendio que se produjo en la caja del ascensor. “Me despertaron a las 4 de la mañana, me dijeron que tenía que salir… había mucho humo”. Rachij quiso volver a entrar para recoger algunas de sus pertenencias, pero le dijeron que no se preocupara, que en breve podría volver a entrar tranquilamente a recogerlas. Confiado se marchó del lugar del incidente, y al medio día del día siguiente recibió una llamada de un amigo que le avisaba de que la entrada estaba siendo tapiada, por lo que de inmediato se personó de nuevo en el edificio. Pidió que antes de terminar la operación le dejaran entrar por sus medicamentos, petición que le fue denegada a pesar de que los ladrillos apenas levantaban unos centímetros del suelo: “-Tendrás que buscarte la manera de entrar por otro sitio”, le dijeron. La madrugada del sábado 31 nada tuvo de «Santa» para Fernando y Rachij.
A la espera de que puedan volver a entrar para recuperar sus pertenencias, se encuentran alojados en las dependencias de Anydes, quejándose del trato recibido: “Me han dejado sin desayunar porque llegué algunos minutos tardes del horario establecido… No nos está permitido descansar, nos dan de comer y nos echan a la calle”.
El caso de Fernando y Rachij nos vuelve a poner encima de la mesa la gran carencia de las políticas sociales de nuestro Ayuntamiento, conformado por un equipo de Gobierno que prometió dar un auténtico giro a nuestra ciudad y que todavía, a día de hoy, está aún por llegar. A nuestro Ayuntamiento le van muy bien las políticas de escaparate. Vestir de gala a nuestra ciudad para la celebración del día de la Patrona, alumbrar las calles en época navideña, organizar cabalgatas, adornar la fachada del ayuntamiento para recibir la carrera oficial de la Semana Santa y llenar de luz y colorido el recinto ferial no lo hace un gobierno municipal distinto de otros anteriores. Más allá de la forma, no hay ninguna medida con verdadero contenido de fondo, que haya conseguido cambiar, ni de lejos, la realidad de la gente más necesitada de nuestra ciudad.
Ángel María González Arias, concejal del Área de Bienestar Social, no parece haber escrito de su puño y letra lo que da la bienvenida a su página web, donde podemos leer: “El Área de Bienestar Social constituye un vehículo de igualdad de oportunidades para individuos, grupos y comunidades a través de la prevención, tratamiento y eliminación de las causas que conducen a la exclusión social. Para ello se desarrollan prestaciones, acciones y recursos integrados en distintos servicios y programas”. No sabemos si la Mesa de las Personas sin Hogar fue creada para prevenir, tratar o eliminar algo; de momento lo que sabemos es que no han solucionado ni solucionan los problemas de Fernando y Rachij.
Señor González Arias, en tanto que usted previene, trata y elimina las causas de la exclusión social, que parece que le va a usted para largo, díganos: ¿Ha negociado usted con los bancos y fondos buitres que acaparan un gran número de viviendas vacías que podrían dar cobijo (aunque sea temporal) a Fernando y Rachij y otras muchas personas que como ellos sufren la tremenda situación de no tener un techo donde cobijarse? ¿Se fiscaliza el uso que Anydes hace de las subvenciones que recibe? ¿Alguien inspecciona la rentabilidad y la eficacia de este servicio social? ¿Se hace algo para aumentar el parque de vivienda de protección oficial? ¿Para cuándo un albergue municipal que alivie tanto drama social como el de Fernando y Rachij?
A ver si hay suerte y es usted el primero en su equipo de gobierno en demostrar que vinieron para hacer verdaderas políticas de progreso y compromiso social. DIARIO Bahía de Cádiz