Hemos vivido con preocupación cómo se hacían recortes en nuestros servicios públicos, en Educación, en Sanidad, en la cuantía y cobertura de las pensiones, en la aplicación de la ley de Dependencia, todo ello justificado por una crisis económica. Sin embargo, dentro de esta misma crisis se salvaba a los bancos y se subía el sueldo de los políticos, se privatizaban servicios antes públicos y se permitía la subida de las tarifas eléctricas, sin tener en cuenta los cuantiosos beneficios obtenidos por las grandes empresas energéticas y la progresiva pérdida del poder adquisitivo de gran parte de la población.
Vemos cómo nuestra juventud, a pesar de haberse preparado profesionalmente, no encuentra un trabajo adecuado, que en nuestro país no hay sitio para ellos ni para ellas. Se ven obligados a emigrar a pesar del coste personal y familiar que ello les supone. Y si nos fijamos en los que se quedan, la mayoría tienen trabajos precarios y se ven obligados y obligadas a aceptar unas condiciones laborales pésimas. En un sector de la población adulta el paro se ha convertido en la situación habitual. Y mientras, nos enteramos de lo extendidas que están tramas y prácticas corruptas en el mundo de la política, empresarial, judicial, policial… que destinan el dinero público, que tenía que servir para inversiones para mejorar nuestras vidas, al enriquecimiento de unos pocos.
Se hace evidente que la forma de hacer política sí influye en el mayor o meno bienestar de la población.
Ante este panorama se puede reaccionar de muchas maneras. La más inútil de todas es aceptar la creencia de que todos los políticos y políticas son iguales, eso permite caer a un sector de la población en una impotencia que le hace abstenerse de ir a votar. Les quitan uno de los pocos derechos que nos quedan, votar, aunque sea cada 4 años. Hay que recordar que para hacer posible que ejerciéramos este derecho las últimas generaciones de españoles y españolas, muchos de nuestros compatriotas perdieron su vida en la Guerra Civil y durante la dictadura franquista. Obviar esto es injusto.
Hay quienes deciden colaborar en el bien común, además de con el voto, reflexionado, con una actividad solidaria ejercida a nivel particular o dentro de asociaciones, ONGs o grupos diversos. Y hay quienes deciden “meterse en política”, convencidos de únicamente desde la política se pueden cambiar las leyes y mejorar la vida de la gente, a pesar de que a veces es un camino ingrato de recorrer.
Ninguna creencia ha hecho tanto daño al bien común como la ya citada de que todos los políticos son iguales, en principio porque es falsa. Hay políticos y políticas a los que les mueve el deseo de servir a los demás y hay políticos y políticas que persiguen mantener o conseguir privilegios personales y para sus grupos.
Nuestro deber es aprender a distinguirlos y buscar cauces de información veraces, contrastados, sin dejarnos influir por cadenas televisivas, emisoras o prensa partidista.
Quizás un dato que nos puede ayudar a distinguir a la clase política es fijarnos en el mayor o menor grado de bienestar de nuestros compatriotas que consiguen con su forma de hacer política.
Ha llegado la hora de tomar postura, quedarse en el sofá y abstenerse es, quizás, la que dé menos derecho a quejarse de cómo nos van las cosas.
Es la hora… y ante la entrada en la actividad política de la extrema derecha no es suficiente la postura de muchos intelectuales de izquierda que, para justificar su abstención, se dedican a juzgar y criticar lo bien o lo mal que lo hacen aquellos que sí militan en partidos y asociaciones de izquierda.
Y mientras tanto se ponen en peligro nuestros derechos adquiridos y partidos de extrema derecha cuestionan y amenazan leyes como la de la Memoria Histórica o la Ley contra la Violencia de Género.
Tampoco es suficiente la postura del cómodo que no vota porque piensa que la política no va con él o con ella, y luego se queja de lo mal que están las urgencias del hospital o de que faltan maestros en el cole de sus hijos e hijas, o de que ya no llegan a final de mes.
Es la hora y ante las próximas elecciones hay que tomar postura.
Se acerca la hora. DIARIO Bahía de Cádiz