La Unión Local del SAT de Cádiz, tras recabar información directa de nuestra Sección Sindical en Navantia San Fernando, conociendo la contradictoria y tensa situación vivida en el conjunto de su plantilla, tras ver los diferentes posicionamientos llegados desde diferentes organizaciones (con especial atención a aquellas con los que tenemos una relación de trabajo cotidiano), sabiendo también de las expectativas que sobre nuestra opinión había en diferentes colectivos compañeros en todo el Estado español, ha considerado que no podía dilatar más un pronunciamiento público al respecto.
En este sentido, lo primero que tenemos que dejar por sentado es que no se nos escapa que este pronunciamiento sale más tarde de lo que realmente correspondía. Y hemos tomado nota autocrítica ante ello y valorado la experiencia desde distintos ángulos para sacar las lecciones organizativas que corresponden a fin de afrontar situaciones parecidas… que sin duda seguirán llegando.
Pero al tiempo que nos excusamos ante quienes –sobre todo– desde el compañerismo y la amistad han aguardado a una posición que se ha hecho esperar demasiado, les informamos que esa tardanza no ha sido porque no tuviéramos una postura muy formada y bastante consensuada (y también diferenciada, como se verá) sobre el asunto en cuestión.
Una posición, la nuestra, que transmitimos en comunicaciones internas en las que, entre otras cosas, apostábamos por conjugar nuestros principios irrenunciables con la elección de los términos más eficaces para que –especialmente– nuestros compañeros de la Sección Sindical pudieran proseguir en las mejores condiciones posibles el magnífico trabajo, en cuanto a ejemplaridad y concienciación “a largo plazo”, que llevan haciendo desde hace años bajo el lema “somos clase obrera en (y no de) Navantia”, y a los que en esta nota queremos reiterar nuestro máximo respaldo.
De hecho, esta nota pública no es más que una prolongación de los puntos fundamentales que hemos expuesto en diferentes ámbitos organizativos particulares.
También, por supuesto, ha tenido que adaptarse al cambio de la situación tras el “paso atrás” del gobierno español con respecto a la venta de las bombas de precisión a la dictadura ultrarreaccionaria y proimperialista de Arabia Saudí que ejecuta la masacre contra el pueblo yemení; un cambio de criterio que, por cierto, no hace sino confirmar la caracterización que de esa postura gubernamental hacemos en el primer punto de nuestra declaración que ahora sigue.
– En el anuncio proclamado desde las instancias gubernamentales y de sus actuales aliados de no vender armas utilizables directamente en la masacre del pueblo yemení ha habido mucho de “postureo” y oportunismo pre-electoral; entre otras cosas, para dar un barniz progresista y elegir temas de los que distinguirse de la derechona, y así eludir “meter el diente” a lo que realmente es el programa del verdadero cambio que se correspondía con las movilizaciones de los últimos años. No ha sido realmente una postura de principio. No ya porque finalmente han echado marcha atrás con declaraciones vergonzosas por parte de diferentes elementos del gobierno, sino porque desde el comienzo se vio que se utilizaba como arma arrojadiza entre las diferentes sucursales de las marcas electorales en juego. Unas sucursales interesadas, ante todo, en situarse lo mejor posible ante el largo período electoral que de nuevo se avecina empezando por la primaria confección de sus listas.
– Es completamente hipócrita desgajar al régimen ultrarreaccionario de Arabia Saudí del conjunto del bloque guerrero imperialista occidental, sin el cual no se puede entender la destrucción bárbara a que se viene sometiendo a todo Oriente Medio desde hace años (Irak, Libia, Siria,…) y ahora Yemen. Arabia Saudí es un abominable peón de un bloque imperialista que bajo ningún concepto podemos tildar de acoger democracias ejemplares a los que sí se pueden vender armas, como es el caso de una larga lista que encabezan EEUU, Inglaterra, Francia y Alemania en tanto que miembros cualificados de la organización terrorista por excelencia: la OTAN. Así, la negación de ventas a este execrable peón que es Arabia Saudí no pude hacerse sustrayéndolo del tablero imperialista del que el Estado español es activo jugador, todo él, de forma criminal. Estamos, pues, ante una cuestión de política de altura de proyección revolucionaria que requiere de una prolongada acumulación de fuerzas que acabe con el sistema capitalista e imperialista que está llevando al escenario mundial a una nueva barbarie de la que el régimen saudí no es sino uno de sus peores abortos.
– Por tanto, no vemos correcto culpabilizar a quienes trabajan en las empresas fabricantes de material bélico de la clientela a la que se vende este material. Insistimos en que estamos ante una tarea política de alcance en términos de militancia anticapitalista y antiimperialista a fin de que nuestros compañeros de la clase obrera no tengan que vender su fuerza de trabajo para la producción de mercancías que siembran la muerte; de la misma manera que es un reto estratégico mayor que nuestro pueblo no consuma mercancías realizadas con la superexplotación criminal que nuestras empresas multinacionales “estelares” imponen en los talleres de la ignominia del llamado Tercer Mundo.
– Ahora bien, si en un momento dado, por contradicciones en determinadas instancias estatales o incluso a nivel internacional entre bloques imperialistas, se señala de forma parcial a un odioso régimen como el de Arabia Saudí (que ni siquiera guarda las formas para mejor cometer su crimen como sí hacen las viejas potencias “democráticas” imperialistas, de largo e incesante currículo infame de atrocidades), si ese odioso régimen es señalado, aunque sea por intereses espurios, entonces, ¿cómo no aprovechar la coyuntura y contribuir a su aislamiento y destrucción pero siempre desde un discurso y una acción globales antiimperialistas? Por eso, apoyaremos toda movilización que dificulte la acción criminal de Arabia Saudí en Yemen.
– Expresamos nuestra comprensión por la angustia de los trabajadores y trabajadoras ante la falta de “carga de trabajo” en general, y en particular en la machacada Bahía de Cádiz. Y bajo ningún concepto apoyamos los pronunciamientos militantes que les califican de “reaccionarios”. Caer en eso es completamente contraproducente e impropio de quien pretenda un trabajo paciente de concienciación y de fortalecimiento de la clase obrera. Otra cosa es el tratamiento que se dispense a esos representantes del sindicalismo llamado mayoritario, totalmente integrado en el sistema y que desde hace décadas ha venido aislando, atomizando, dispersando, desmoralizando y dividiendo a la clase trabajadora que, efectivamente, conoció casos gloriosos como cuando se impidió entrar en la misma factoría de San Fernando al buque-centro de torturas chileno ‘Esmeralda’. Pero aquello fue el resultado de un terreno previamente regado de organización y de cohesión obrera. Y es que la solidaridad y hasta el heroísmo también se organizan con paciencia y humildad militantes; lo que incluye cuidar mucho en qué términos nos dirigimos al resto de nuestra clase. Sobre todo, esta es una exigencia para quien tiene el honor de militar sin cálculo personal alguno al servicio de la causa obrera y popular.
– Pero ciertamente todo esto está supeditado a algo más supremo aún. No puede haber “final feliz” ni en la senda del trabajo sindical ni en el de otra índole de concienciación y de organización combativas si el trabajo militante no parte de principios. Estos no bastarán: serán sólo, en el sentido más literal del término, un “comienzo”. Pero comienzo ineludible para no corromper todo el camino. Toca especialmente a las organizaciones militantes salvaguardar esos principios por mucha (y necesaria) comprensión que tengamos con determinados colectivos laborales.
Por eso:
– No avalamos ni pasadas ni futuras movilizaciones que exijan que se vendan armas letales utilizables por una asesina dictadura proimperialista y reaccionaria con tal de que no rompa determinados contratos. En consecuencia, por más que sepamos del juego politiquero que rodea todo este asunto, no apoyamos movilizaciones que alimenten chantajes comerciales por parte de Arabia Saudí.
– Denunciamos el discurso vomitivo de los portavoces de los “sindicatos mayoritarios” que han impulsado las recientes movilizaciones; una convocatoria que ha tenido por estos lares el apoyo –no hay que sorprenderse– de la caverna político-mediática de siempre. Pero que ha contado también con la connivencia –habrá que sorprenderse cada vez menos– de las llamadas “fuerzas del cambio” más locales que han antepuesto no la lógica prudencia de una concienciación a largo plazo, sino un maniobrerismo cortoplacista electoral lleno de demagogia (otra vez primaria) sin apenas ningún cambio con respecto a la derecha de siempre.
– Por último, llamamos a engrosar las filas de quienes apuestan por un cambio de modelo productivo en la Bahía de Cádiz, sostenible en lo energético y alejado de la industria de la guerra. Pero hacemos ese llamamiento desde la convicción de que nada mejor para acercar su materialización que integrar esa justa reivindicación en una estrategia contundente y clara de superación de un sistema que necesita de la precarización industrial que mata. Y de la industria de la muerte que presupone el chantaje de la miseria para asegurarse su infame singladura. DIARIO Bahía de Cádiz