En el reino de las medias verdades el que gana el relato es el rey. Sin duda desde que llegó a la alcaldía Germán Beardo se ha preocupado, y mucho, de controlar los medios de comunicación propios y los ajenos a los que ha podido acceder. Es un maestro de convertir los logros privados en sus logros personales, tanto aquellas iniciativas de empresas particulares en las que poco o nada ha tenido que ver su gestión como en las que han sido promovidas por otras administraciones públicas, muchas de ellas iniciadas o conseguidas en el mandato anterior, que tienen como escenario nuestra ciudad.
Desde un principio su imagen, y la de su equipo, se ha forjado a base de posicionar a golpe de talonario las ideas fuerza en las redes sociales repitiéndolas una y otra vez, lo que acaba calando en una importante parte de la población generando corrientes de opinión positivas hacia su gestión.
Un aparato mediático compuesto por cargos de confianza y colaboradores cuya única misión es crear una amalgama de informaciones que sature al lector de “buenas nuevas” y que los asuntos contados en ellas rocen la verdad no siéndolo del todo, cuenten a medias los asuntos tratados o que la imagen del líder, Beardo, se asocie siempre a sensaciones positivas para que el futuro elector quede enganchado a los estímulos favorables que se transmiten.
si El Puerto fuera un país no hace falta mucha imaginación para pensar que estamos ante una dictadura de libro, un estado que cercena al adversario, que no permite la libertad de expresión y que intenta manejar a su antojo a los medios
Este auténtico aparato de desinformación se apoya en una estrategia clara y constante: aquella basada en los perfiles falsos o “trolls” que comprados “a kilos” en el mercado virtual o creados ex profeso que tratan de aplacar, como si de un partido de rugby se tratase, al ciudadano que se atreve a cuestionarle.
Esta dinámica es reforzada por el “arte de bloquear” en las redes sociales. La situación ha llegado a tal extremo que las personas bloqueadas se han visto forzadas incluso a crear un grupo denominado “bloqueados por Germán” en Facebook para compartir sus inquietudes en una especie de “exilio digital”.
Si todas estas “cercas” para proteger el mensaje del líder fallan, por la insistencia de las personas que cuestionan las acciones del alcalde, existe un concejal que hace de “poli malo” que sale a la palestra para intentar dar embestidas sin argumentos sólidos acudiendo a insultos y ataques personales, si hiciera falta.
La guinda del pastel mediático la pone un pseudo medio digital que compite de forma desleal con la prensa profesional y legítima, adoptando las formas de esta confundiendo, más aún si cabe, al público interesado en la política local. Una página que no ha dudado en señalar a policías locales cuando se manifiestan, a representantes sindicales por sus reivindicaciones, a periodistas locales por opinar diferente o a la prensa que le es contraria de chantajista.
Si El Puerto fuera un país no hace falta mucha imaginación para pensar que estamos ante una dictadura de libro, un estado que cercena al adversario, que no permite la libertad de expresión y que intenta manejar a su antojo a los medios. Un régimen en el que el culto a la imagen del líder es casi su única razón de ser.
La duda que me queda es que, si para seguir participando de la vida pública los ciudadanos tendremos que adaptarnos y entrar en la dinámica tóxica en las que nos ha metido este equipo de gobierno mutando de perfil en perfil falso, no comentando nada por miedo a ser bloqueados, o si la prensa real sucumbirá ante tanto ruido agresivo del poder local. Lo que sí tengo claro es que Beardo, historiador de formación, no faltó a clase el día que impartieron los orígenes de los estados totalitarios. Yo le daría un sobresaliente en la nota del examen y matrícula de honor en la práctica. DIARIO Bahía de Cádiz