Querido Manolo:
Otra vez la injusticia de la vida se nos muestra en su cara mas dura. Has cruzado la delgada línea que separa la vida de la muerte. Te hemos visto luchar día a día con fe y esperanza contra tu enfermedad, con valentía y de frente, y has sido, una vez más, un ejemplo para nosotros, pero sabemos que no nos has abandonado queridísimo maestro.
Los que hemos tenido la suerte de tenerte a nuestro lado, no podemos retener las lágrimas en nuestros ojos, aún a sabiendas de que tú estás bien allí donde está, porque tu inmensa fe, que siempre ha guiado tus pasos, no puede llevarte a otro lugar mejor.
Has dedicado toda tu vida a hacer el bien a los demás, los has curado, aliviado y consolado. Y a tus compañeros, y a los que hemos tenido la suerte de ser tus residentes, nos has marcado. No solo con sabias enseñanzas de urología o con tus habilidades quirúrgicas, nos has enseñado un modo de vida. No hay un día de nuestro trabajo diario, que no te recordemos, que repitamos una y mil veces tus frases, que digamos “como dice Manolo”.
Te convertiste en el padre adoptivo de todos nosotros, nos has alentado a aprender, nos has consolado cuando estábamos tristes, nos apoyaste en nuestras decisiones y nos corregiste tantos errores de jóvenes inexpertos que creían saberlo todo. Te hemos compartido con tu hermosa familia haciéndonos sentir que formábamos parte de ella, en todo momento y ocasión, siempre acompañado de tu queridísima esposa, tu María Antonia y con tus adorados hijos de los que estás tan orgulloso, casi los sentimos como hermanos nuestros.
Querido Manolo, ahora te toca seguir cuidándonos y guiándonos porque estás muy dentro de nuestros corazones, te aseguro que todos tus compañeros seguiremos pensando en tus enseñanzas y en tu cariño, desde los más mayores hasta los más jóvenes. No puedo hablar en pasado porque estás presente en todos y cada uno de nosotros y por eso te digo que TE QUEREMOS, hoy igual que ayer y por siempre.
Descansa en Paz. DIARIO Bahía de Cádiz