Hace días el gobierno local del PP y Ciudadanos anunciaba a bombo y platillo una iniciativa muy beneficiosa para El Puerto: recuperar el Vaporcito como simbología visitable para propios y foráneos. Cuantos años de idas y de venidas mientras el inigualable vapor se iba muriendo poco a poco.
Hace un par de días, sin embargo, de una manera mucho más silenciosa dejaban entrever la posibilidad de que sea necesario derribar el colegio público El Vaporcito. No cabía en mí el asombro cuando lo leí e interpreté las intenciones políticas de este gobierno que está desmantelando la educación pública en otros frentes. Nací muy cerquita de El Vaporcito, un colegio público como todos a los que fui hasta terminar mis estudios universitarios. En este colegio, hasta antes de la pandemia, siempre había alegría en su patio; un centro histórico de la ciudad que los gobernantes iban dejando morir, pero en el que aún cabía la sonrisa de las niñas y los niños en el recreo.
Son muchas las generaciones que hemos pasado por ese colegio, un elenco de maestras y maestros que durante décadas han dejado lo mejor de sí mismos para la iniciación en el mundo educativo de cientos de niñas y niños y por una escuela pública de calidad.
Tirando un poco de historia cabe recordar que el edificio que hoy empiezan a insinuar en estado ruinoso se construyó hace apenas cuarenta años. Cuanto menos parece sorprendente que un colegio con menos de cuarenta años de historia hoy en día vaya a ser derruido. No podemos dejar pasar la ocasión para hacer memoria y nombrar las intenciones iniciales que había en ese terrero, que estaba lejos de ser utilizado para un colegio público. Tampoco está demás tener presente que no estamos hablando de cualquier terreno. Hablamos de una zona en el centro de la ciudad de la que este Ayuntamiento podría sacar lo que los gobernantes de ahora en nuestro Ayuntamiento llamarían “muy buen provecho”, venta a grandes empresas, parkings subterráneos, etc. Cualquier interés parece prevalecer sobre la protección de la escuela pública y de calidad en nuestra ciudad.
Si algo ha dejado claro esta pandemia, entre muchas otras cosas, es la necesidad de apostar por los servicios públicos que garantizan los derechos de todas y de todos. Y, por supuesto, la necesidad de bajar las ratios del alumnado por clase. Cuanto de raro tiene que en este contexto no se le ocurra otra cosa a este gobierno local que empezar a anunciar el posible derribo del colegio público El Vaporcito en vez de su arreglo. Cuanto de raro porque no cabría en ninguna cabeza con sentido común que no se apueste por la escuela pública, por arreglar un edificio con menos de cuarenta años que presta un servicio fundamental a muchas familias de la ciudad. Pero, por desgracia, no me asombra. El Partido Popular y Ciudadanos han demostrado siempre con creces que tienen intereses especulativos y que recortan servicios públicos siempre.
Tenemos delante una oportunidad única para decirle alto y claro al gobierno local con Germán Beardo a la cabeza (que se llenaba la boca en los vídeos anunciando mejoras para la ciudad) que El Vaporcito necesita la atención y el cuidado de la administración local, no su derribo. Ya conocemos viejas tácticas del PP: filtrar noticias que le interesan para ir haciéndole, como diríamos aquí, el cuerpo a la gente.
Termino como empezaba, vaya paradoja, quieren reconstruir un vaporcito para derribar otro en la escuela pública. DIARIO Bahía de Cádiz