Con la certeza de la velocidad a la que corre el tiempo y divisando la campaña navideña desde lejos, se plantea una reflexión necesaria en este año de excepciones y extrañezas.
Cabe explicar que esta exposición se realiza desde un punto de vista de activación del aspecto económico a nivel local (pensando sobre todo en los pequeños y medianos comercios y en los bares y restaurantes) y por otro lado desde la necesidad de prudencia en lo referente a medidas de seguridad sanitaria en el contexto de las celebraciones navideñas en nuestra ciudad.
Partamos de la base de que la tendencia natural del ser humano es intentar salir de esta crisis y de que al consumidor el cuerpo le pide volver a la normalidad para salir, comer, beber y comprar como lo hacía con anterioridad. Sumemos a eso que se avecina la fecha por antonomasia para todo lo anteriormente citado: Navidad, regalos, reuniones, salidas, celebraciones, familia…
Considero que ante la vorágine que se avecina en un año como este, una de las soluciones más sensatas sería “adelantar” la Navidad. Esto es, intentar anticipar la aglomeración de fechas especiales y desde el mes de noviembre transformar días seleccionados entresemana en lo que antes sólo eran días de fin de semana, como si para unos pocos un lunes fuera festivo y para otros el martes, y de esta forma no acumular en el fin de semana las compras, reuniones y demás actividades típicas de la época para todos.
En resumen: instaurar el objetivo de consumir antes y en días alternos evitando acumulaciones durante el fin de semana.
Una de las consecuencias de aplazar las compras hasta el último momento es que muchas de ellas acabarán siendo realizadas online a grandes empresas multinacionales en detrimento de los comercios locales. Para evitar este problema y favorecer nuestras ventas, los comerciantes y empresarios deberíamos, entre otras cosas, articular la ampliación del periodo de devolución desde el mes de noviembre a enero. De esta forma el cliente no tendría miedo a comprar ahora por si debe devolver en enero.
En cuanto a la restauración la cosa no cambia mucho: cada uno de nosotros nos exponemos a diferentes reuniones en Navidad: la comida de trabajo, de amigos de la infancia, de las madres y padres de los compañeros de tus hijos, de tu promoción, del gimnasio, etc…
Previendo esas “comidas de empresa” y demás encuentros, debemos programarlas en el tiempo de forma que guardemos unos días entre unas y otras evitando así que se produzca un efecto puente por el cual se cree la oportunidad de que de forma exponencial seamos posibles transmisores del virus, teniendo en cuenta especialmente que al final de está cadena de reuniones acabaremos sentándonos con la familia. Tanto mayores como jóvenes; si todos los miembros de un grupo han tenido varios almuerzos o cenas acumulados en el mes de diciembre, se están comprando todas las papeletas para multiplicar los casos positivos sin posibilidad de controlarlo.
De ahí la necesidad de dejar unos días prudenciales entre encuentros navideños, y de ahí la propuesta de anticipar al mes de noviembre el inicio de las reuniones para conseguir hacerlas más escalonadas.
Con estas propuestas fáciles de llevar a cabo por consumidores y empresarios os animo a dar soluciones eficaces a varios conflictos que sabemos con anterioridad que se van a dar en fechas venideras. En nuestra mano queda afrontar cuanto antes el problema o atenernos a las duras consecuencias. DIARIO Bahía de Cádiz