Según la RAE, el adjetivo Miserable puede emplearse para calificar a alguien extremadamente tacaño o extremadamente pobre o a alguien desdichado, abatido o infeliz. Así como, algo insignificante o sin importancia referido a una cosa.
Ninguna de estas acepciones encuentra acomodo en la calificación del vicepresidente de Castilla y León, García Gallardo, pero si esa otra de ruin o canalla. Porque hay que ser verdaderamente miserable en su acepción de ruin o canalla, para proponer que a las mujeres que decidan abortar hay que obligarlas previamente a escuchar los latidos y ver una ecografía 4D del feto.
Si interrumpir el embarazo por los motivos que sean es una decisión difícil y dolorosa para muchas mujeres, al vicepresidente ultraderechista no se le ocurre otra cosa que hacerlo más difícil y más dolorosa aún, al pretender imponerle más trabas y condicionamientos con el único objeto de cercenar su derecho a libremente decidir sobre su embarazo. Las mujeres que acudan a la sanidad pública para interrumpir sus embarazos no deseados son las que sufrirán, porque con seguridad aquellas que acudan a la elitista sanidad privada nunca se verán obligadas a escuchar los latidos del feto.
La maternidad solo tiene sentido si es deseada. El aborto en las primeras semanas de gestación es un derecho al que todas las mujeres tienen que poder acceder sin que nadie las juzgue, sin que nadie las ponga trabas y sin que nadie las culpabilice.
Resulta, si cabe, más miserable García Gallardo, cuando es sabido que la propuesta no viene originada por una sincera preocupación del derecho a la vida del no nacido, ni tampoco por una cuestión meramente ideológica, sino que todo viene originado para hacer oposición al PP del timorato Núñez Feijóo o por un simple cálculo electoral para las elecciones autonómicas de mayo.
miserables, también, son y serán los votantes de Vox y PP que permiten con sus votos estos miserables comportamientos carpetovetónicos que nos quieren llevar al medievo
La hipocresía es manifiesta, como manifiesta es la falta de escrúpulos de quienes no dudan utilizar el derecho a interrumpir libremente el embarazo a las mujeres como moneda de cambio para seguir siendo, a partir de mayo, el único Vicepresidente de un gobierno autonómico que sin atribuciones ni funciones ejecutivas inherentes con su cargo se autoasigna una retribución económica mayor que la del Presidente o cualquier otro Ministro o Ministra del Gobierno de la nación. García Gallardo no sabrá mucho de embarazo, como él mismo reconoce, pero de cobrar sin dar un palo al agua, sí que sabe.
Se aplica el protocolo anunciado por el vicepresidente en rueda de prensa desde la sede del Gobierno autonómico o se cuestiona el mantenimiento del Gobierno de coalición, ha sido el chantaje. Miserable es García Gallardo, como igualmente, miserable es el presidente de Castilla y León, Fernández Mañueco, al permitir que se le chantajee de forma tan ruin con el derecho de las mujeres, a la vez que denuncia la manipulación de terceros sobre algo que solo él considera inexistente.
En Castilla y León está la antesala de lo que podría ser un futuro Gobierno de la nación entre el PP y Vox, diga lo que quiera decir Feijóo, al respecto. Entre miserables está el juego y los derechos de las mujeres conseguidos, tras muchos años de lucha y discriminación, también.
Y miserables, también, son y serán los votantes de Vox y PP que permiten con sus votos estos miserables comportamientos carpetovetónicos que nos quieren llevar al medievo. DIARIO Bahía de Cádiz