Esta semana Mediaset estrenaba en Telecinco un nuevo programa presentado por Guillermo Fesser, ‘100×100 únicos’, en el que treinta personas autistas entrevistan a personas relevantes en sus campos. Y lo que podía ser un espacio para visibilizar la amplitud del espectro terminó ayudando a perpetuar los estereotipos.
Un crítico televisivo precisa ver al completo un programa o serie antes de poder dar su opinión sobre él. Como yo no tengo esa labor, como soy un humano cualquiera que enciende su televisión después de la cena, cuando todo en casa se ha calmado, creo que puedo y debo dar mi punto de vista a pesar de haber visto cincuenta minutos de programa. Justo hasta cuando llegó la primera pausa publicitaria de siete minutos.
Y sí, soy un humano cualquiera pero la etiqueta Trastornos del Espectro Autista, lejos de resultarme extraña, está presente en mi trabajo diario como terapeuta del lenguaje. Por eso me interesó este nuevo formato, por eso -como hace mucho que no hacía- me coloqué ante el aparato cinco minutos antes de que comenzara el programa sintiendo una combinación extraña de preocupación e ilusión. Estábamos ante la oportunidad de mostrar al conjunto de la sociedad los diversos colores de este espectro llamado autismo.
Así que, cincuenta minutos después, cuando apagué la tele, me costó algunos segundos procesar lo que había visto y poder armar una primera opinión medianamente clara. Lo primero que pasó por mi mente fue una de las frases con las que el presentador describió a las personas autistas al entrevistado, Antonio Banderas: “Son personas que no conocen la maldad”. ¡Pum! Un primer tiro en el pie de la comunidad autista que lucha por romper con la infantilización de su condición. Luego recordé a la chica a la que le propusieron hacer una coreografía de las que tanto se llevan en TikTok. ¡Boom! Un miembro menos amputado por el espectáculo innecesario. Otra frase lapidaria: “no tienen filtros”. ¡Paaam, paam! Risas enlatadas, amagos de lágrima, aplausos a cada respuesta. No es un programa de entrevistas, es porno inspiracional.
personas autistas es igual a personas graciosas con discapacidad intelectual y dificultades en el lenguaje. Qué bonicos los autistas, pobrecitos sus padres
En tiempos en los que no paramos de ver vídeos de menos de diez segundos, dedicar veinte minutos a un programa es toda una proeza. Pues bien, quien se lo dedicara a ‘100×100 únicos’ ya había establecido una relación clara en su cabeza: personas autistas es igual a personas graciosas con discapacidad intelectual y dificultades en el lenguaje. Qué bonicos los autistas, pobrecitos sus padres. Este año igual les compro un calendario. Y ese perfil tan televisivo (y que ya en parte el mismo Guillermo Fesser retrató en la película ‘Campeones’) forma parte de los llamados Trastornos del Espectro Autista, pero no es el único.
Mientras tanto, miles de niños, niñas, adolescentes, personas adultas y sus familiares van en procesión, de consulta en consulta, buscando una explicación al porqué de que su forma de pensar y sentir difiera tanto de la de la población típica. A este calvario lo podríamos llamar infradiagnóstico; propicia que gente con necesidades de apoyo no tengan la atención que precisan y se acrecienta cada vez que en los medios se perpetúa la imagen clásica del autismo que hemos conocido a través del cine o de las asociaciones. No encuentran en la pantalla a referentes autistas en los que verse reflejado.
Maestros que sentencian que su alumna no puede estar en el espectro porque juega a darle de comer a las muñecas. Psiquiatras que invalidan las sospechas de un adulto porque es imposible serlo si has venido a la clínica en tu propio coche y tienes un trabajo. Una prima que te dice que cómo va a ser autista tu hijo si es listísimo y se sabe todas las capitales del mundo. Es imposible que eso sea autismo porque el autismo es lo que vi en Telecinco el lunes por la noche. DIARIO Bahía de Cádiz