Ya se engalanan las ciudades como novias primerizas. Son las cercanías de las fiestas y el consumismo que decae porque sigue la escasez de euros. Los empresarios no se frotan las manos, porque aún no se han dado cuenta de que si vivimos en precario no podemos comprar lo que nos apetezca y siguen pidiendo menos sueldo y más despido, sin entender que cavan su propia tumba.
Hay caza y captura de herejes y veteadores de voluntades y es Errejón primer peón en ser cazado en la refriega. Mucho miedo hay que tener a algo que más parece OVNI de los sesenta, porque las encuestas, boca de Sibila han hablado y dado un veredicto. No conozco dirigentes, pero sé de muchos entusiastas y son tan buena gente y con tanta decencia, como muchos otros que militan, de simpatizantes, en cualquier otro partido. Soy de la acera de no convencer a nadie, más que nada porque los club que frecuento me gustan más en pequeñez y con poca algarabía que con banderitas y botes apresurados, cerca de balcones de presidencia.
Así que me parece bien que cada uno piense como le dé la gana. Pero supongo que como en la captación de fieles, en la seducción y materialización de simpatizantes, cualquier regla les parece bien dada.
Será por eso que la política siempre me ha parecido más partida de parchís que de ajedrez y los políticos que se fajan de ello, más como Gil que como Tierno Galván. Lo llevaría mal alguien que fuera modesto, que no le gustara hablar en público y sobre todo que le llamarán sin importarle lo que piense, para dictarle diatribas políticas.
Dicen que los nacimientos suben y ya no será por los emigrantes que están tan a la zaga y huida como los nuestros, que se han trasmutado en su piel y están de camareros, de becarios, de suplentes y agregados, fuera de nuestra tierra. Los nacimientos suben porque la vida sigue y los jóvenes no ven más que vida, en piernas arreboladas y cuerpos desnudos.
Pero los viejos sucumben y envejecemos a grandes pasos en una Europa peregrina, alemanizada y boba que se recoge las enaguas y vocea improperios. Ya estamos hartos, a estas alturas de polvorones y peladillas, cuando lo que hace falta que nos traigan las Navidades es trabajo de calidad y fijeza en sus miras. Hace falta sanidad pública y educación para todos, que rasca da ver maleducados y pelandusca, escupiendo al cielo y creyéndose con derecho a todo solo por respirar. Vienen las Navidades y se acerca el invierno, los críos se arrebujan, el que lo tiene, en sus abrigos. No hay más Navidad que pasarla en familia, ver a los tuyos recogerse en tu mesa y por desgracia, esta crisis vital que nos está segando la vida se nos lleva lo que más queremos, los nuestros que son precarios desgastadores de metas. Los hemos hinchado a inglés, nos hemos gastado en ellos las becas, les hemos llevado de la mano a estudiar para que fueran mejores que nosotros y tuvieran un doctorado a los treinta, pero ahora están en ultramar haciéndose las Américas.
Errejón está en las portadas como las víctimas de sucesos, porque hay ventiladores en marcha y se tiene miedo. Los de su edad, que no encuentran trabajo, se rasgarán las vestiduras al ver su sueldo por 40 horas. Los de larga duración que no encuentran ni bajo piedras, clamarán al cielo, porque alguno de ellos tendrá hasta dos doctorados y siguen en paro. Y supongo que es lo que se pretende, jugada de enroque, amenazando al alfil.
Las fiestas se acercan y también las elecciones, hay movimiento de placas teutónicas y de encuestas y la prensa se asienta, se posiciona y aprieta, portadas de Navidad que van abriendo boca y haciendo estomaguito como el caldo de puchero de madrugada, con hierbabuena adobado. Pobres de nosotros que solo somos seguidores de sueños, esperando que nos digan cuándo cruzar el semáforo y cuándo cerrar los ojos. Mientras la sanidad estática en precario, la educación yéndole a la zaga y los votantes apalabrados y en el vikingo, con subidas y llevadas de vértigo. DIARIO Bahía de Cádiz