“Y Sevilla se queda sola”, titulaba la semana pasada un diario que fue beato, luego andalucista, luego socialista, luego adoptado por interés puramente mercantil y ahora beato otra vez. Me recuerda la frase a las que usa otro diario sevillano igualmente beato y además monárquico: “toda Sevilla con la Macarena”, “toda Sevilla con esto, con lo otro”. Pues no señor, al menos servidor –que es sevillano de los de Blanco White, Bécquer, Antonio Machado, Cernuda y los parques tecnológicos, el A400M y el río dragado- no es ni feriante ni rociero ni macareno, salvo en su justa medida y con el máximo respeto a quienes lo sean.
Los medios de comunicación suelen creer que interpretan los sentimientos populares y lo que interpretan sobre todo son los sentimientos de su cuenta de resultados. Les dicen a un amplio segmento lo que desea oír y de esa manera creen que van a vender más aunque ni por estas acciones aduladoras de vendedores baratos están impidiendo que la gente deje de confiar en ellos.
A mí me atrae el Rocío, es algo misterioso y elemental a un tiempo, lo poco que lo he vivido y mi experiencia en fenómenos similares así me lo indican. Pero no tengo esa mentalidad de cerrar más de una semana un negocio para irme de parranda por mucho que sosiegue la peregrinación y por mucho que la Blanca Paloma (una imagen de aspecto pagano) me vaya a premiar, supuestamente. Ni soy de los que, con tal de ir para no sentir complejo de culpa ante el Cielo ni inferioridad ante los demás, me endeudo con alguien o con los bancos o pido favores a mamá o a la abuelita.
“Para ser buen rociero/ primero hay que ser cristiano/ acordarse del que sufre/ y al tiempo echarle una mano”, cantaba yo en mi época de feriante loco (¿cómo pude hacer aquello?). Y también: “Caireles de plata fina/señoritos de postín/ date cuenta que al Rocío/ no se va p’a presumir./ Cuando pasas a caballo/ camino del Ajolí/ ojos que no tienen nada/ se quedan fijos en ti”.
Aquello enlazaba con la canción protesta de los 60 y 70 que es mi tiempo (la canción protesta de ahora se llama Hip hop y rap). Eran buenas letras con buena música. Supongo que ahora las habrá iguales o mejores, suelo tener mucho cuidado en no caer en nostalgias de viejo cascarrabias pero ya no tengo tiempo para esas cosas que son de otros momentos gloriosos de esto tan bello y tan indispensable que es vivir. Ahora vivo para explicarme fenómenos como el Rocío y otros como el comportamiento de algunos periódicos, por qué se empeñan en meternos a todos en el mismo saco, por qué se creen lo que no son, por qué parecen pretender reducirnos a todos a una masa de gente que va a postrarse a los pies de una imagen religiosa que es lo que es porque hemos nacido aquí, simplemente.
Da la impresión de que no transcurre el tiempo por los medios de comunicación y siguen con la cantinela de que todos vamos al Rocío y de que en la aldea se reúne un millón de personas. Debe estar anquilosado el Rocío porque lo del millón de personas lo llevo leyendo y escuchando al menos desde hace diez años. Y es, sencillamente, mentira, otro mecanismo de marketing porque un millón de personas es Sevilla entera más 300.000 personas de su área metropolitana, todos apretujados en unas hectáreas alrededor del templo rociero. Aquí, con tal de hacer patria de la tópica, aparecen las cuentas con enorme facilidad.
No se habla de aspectos de interés para el ciudadano. La periodista Eva Díaz tuvo que editar parte de estos otros aspectos en un libro al que llamó El polvo del camino. A costa de la Reina de las Marismas se hace un buen negocio de merchandising e inmobiliario, de alimentación y hospedaje; se deteriora el medio ambiente, se hace sufrir a los animales, se utiliza a los niños de manera fundamentalista y se les obliga a tocar el paso de la virgen que a veces se ha desvencijado, víctima de un comportamiento que se hace pasar por fervor. El Papa Juan Pablo II IIamó una vez la atención sobre los excesos que poco a nada tienen que ver con lo católico, la virgen no sale ya al alba como exige la tradición sino bastante antes tal vez para beneficio de la televisión y del bolsillo de mercaderes y vendedores en general. En este contexto, hay romeros que se sentirán profundamente creyentes e irán con toda su humildad a participar del evento. Mis respetos más absolutos para ellos.
Todo es apasionante en esta fiesta, todo debe ser señalado, lo que nos parezca positivo, negativo o indiferente pero, por favor, no vengan con la cantinela de que Sevilla se queda sola porque, por fortuna, Sevilla persigue ser una gran ciudad, yo vivo entre jóvenes que piensan de diferentes formas y vivo entre ellos desde hace más de veinte años. Por fortuna, Sevilla no se queda sola, todo lo contrario, se queda algo más tranquila pero sigue ahí, aspirando a ser una de esas ciudades que nunca duermen, aspirando a ser una ciudad con progreso y trabajo para todos, con la alegría no sólo de las castañuelas y de “las arenas” sino también del desarrollo espiritual y el relax a través del trabajo bien hecho que dignifica, acaso a pesar de muchos sevillanos y andaluces. No creo que sea tan difícil entender y respetar lo que digo. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig