“El transporte aéreo está catalogado como el más seguro de cuantos existen. Pero la aerofobia a volar la padecen un significativo tanto por ciento de la población”
Hasta la tarde del pasado jueves, proseguían sin esclarecerse las causas que motivaron, que el Airbus A-320, perteneciente a la compañía alemana Germanwings, se estrellara el pasado martes 24 de marzo, en los Alpes franceses con 150 personas a bordo incluyendo la tripulación, cuando realizaba el trayecto de Barcelona a Dusseldorf, pereciendo todos los pasajeros. Quedado esparcidos los retos humanos y del aparato, en un paraje de muy difícil acceso para los medios humanitarios, terrestres y aéreos. Siendo urgentemente movilizadas por los gobiernos afectados (España, Francia y Alemania…), las ayudas correspondientes en labores de rescate… Organizándose gabinetes de crisis y oficinas de atención para los familiares de los afectados.
La grave cuestión es que, nuevamente se ha producido un trágico accidente aéreo. Ocurriendo, en esta ocasión, en una compañía de bajo coste y con una aeronave con más de 58.000 horas de vuelo. La que, al parecer, incomprensiblemente en sus últimos 8 minutos descendió de una altura de doce kilómetros hasta los dos, estrellándose a pesar de la benigna climatología reinante.
Los muchos presuntos supuestos sobre lo que motivó dicha tragedia fluían en todos los sentidos, no descartándose hasta un posible atentado terrorista. Aunque, de las últimas noticias aparecidas, en la tarde del jueves 26, en diferentes diarios nacionales e internacionales. Publicaban que, tras la aparición de una de las cajas negras, según una información militar al The Times, decían que antes del accidente, entre los pilotos existen conversaciones normales, pero uno de ellos abandonó la cabina y al intentar regresar no lo pudo hacer por encontrarse la puerta herméticamente cerrada. Y el viernes, la fiscalía alemana acusó al copiloto alemán de 27 años y con 630 horas de vuelo, Andreas Lubitz, de estrellar presuntamente el avión. Como consecuencia de padecer presuntamente un grave trastorno. Habiendo ocultado, al parecer, a sus compañeros y compañía el parte de encontrase en tratamiento y de baja médica, que le imposibilitaba ejercer.
Este grave asunto, de confirmarse totalmente de que fue así, ‘ha puesto entre las cuerdas’ a ciertas compañías aéreas sobre la formación, experiencia y control médico que hacen periódicamente a sus pilotos. Habiendo sorprendido la presunta decisión de Andreas Lubitz. Porque una cosa es presuntamente intentar suicidarse, y otra muy distinta provocar tan grave daño.
El transporte aéreo está catalogado como el más seguro de cuantos existen. Pero la aerofobia o canguelo a volar la padecen un significativo tanto por ciento de la población. Por lo que, los hay quienes, cada vez que viajan sufren sus quinarios y hasta necesitan ayuda médica. Agudizándoseles el miedo nada más darles la bienvenida la azafata en la puerta de la aeronave. Siendo significativos sus semblantes cuando se encomiendan a sus amuletos e imágenes, al escuchar por la megafonía al comandante decir a la tripulación: “preparado para el despegue”.
Llevo medianamente bien viajar en avión. Teniendo por costumbre embarcar en el último momento, para evitar estar sentado, en tan reducido espacio, antes de iniciarse el despegue. Y a pesar de no ser muy supersticioso, en cierta ocasión tuve que ‘tocar madera’, al asignárseme asiento en la fila trece. Debiendo recortar también que, las turbulencias me descolocan. Teniendo presente en mis recuerdos las sufridas en diferentes espacios aéreos nacionales e internacionales. Sobre todo, las padecidas en un viaje transoceánico a su paso por el Triangulo de las Bermudas.
En fin, no seré el único porque haberlos los hay quienes lo pasan mucho peor. Pero no solamente viajando en aviones, porque en los barcos lo pasan fatal. Por lo que, los cruceros no están programados en sus agendas de ningunas de las maneras. Porque por muy grande que sean las embarcaciones, son una cáscara de nuez a merced de los temporales en alta mar.
Aunque, los peligros surgen en casa o nada más salir a la calle. No olvidándome de los que se producen al viajar en tren o por carretera, porque al menor descuido “salta la libre”. Como le ocurriera reciénteme a un conocido, salvándose de milagro, cuando en una rotonda se le endureció la dirección asistida de su coche. Asunto que presuntamente le ocurriera también al piloto Fernando Alonso en Montmeló, chocando su McLaren contra el muro.
Para finalizar, espero no pase igual, como cuando se estrelló el Yak 42 en Turquía, falleciendo 62 militares españoles. O cuando el fatídico accidente aéreo de Barajas del vuelo JK-5022. Exigiendo veracidad absoluta sobre los motivos del accidente de los Alpes. Gran respeto a las víctimas, y una total ayuda para sus familiares… DIARIO Bahía de Cádiz