En estas semanas en Internet, entre la cogida de Francisco Rivera y la proximidad de las brutalidad del Toro de la Vega, los anti-taurinos han estado más en liza que nunca.
En primer lugar, voy a dejar clara mi posición, ¡Para mi el toreo es una fiesta arcaica, algo que esperemos desaparezca de nuestra tierra! No soy naturalista radical, lo siento creo en la condición omnívora del ser humano, pero también en que la muerte del animal ha de ser lenta e indolora, no siendo objeto de mofa de unos cuantos que solo recuperan la lívido viendo como un ser vivo agoniza. Comerse a un animal conlleva un ritual de respeto.
También afirmar mi desprecio a los que se alegraron de la grave cogida de Francisco, si muere en la plaza son sus riesgos laborales, lo mismo que el pescador que tiene que cobrar las redes en una tormenta, pero nunca hemos de desear el fallecimiento, antes que torero, antes que hombre para mí es padre, y si él disfruta torturando, pensemos que su pequeña necesita su protección.
Por mucho que nos pese, la mal llamada fiesta nacional, ya que ni representa únicamente a España, ni a todos los españoles, es completamente legal, si bien el concepto de legalidad no implica ética ni justicia. Pero no tenemos ningún derecho a irrumpir en una plaza a molestar por lo que algunos han pagado.
En la vida respecto a cualquier tema, un poco delicado, hay tres posiciones a favor, en contra y los que pasan, pues en los toros, al igual que con la religión, política y fútbol en las dos primeras posturas son muy raros los casos en los que se cambia de bando.
No debemos luchar por que prohíban las corridas de toro; tranquilidad solo hace falta tiempo, caerán por sí mismas. No se debe discutir nunca con un pro-taurino, él ya tiene sus convicciones inalterables, pero si luchamos porque lo prohíban, si las boicoteamos, podemos lograr el efecto contrario al deseado: que el indiferente, se sienta atraído, que se pregunte ¿qué tendrán? ¿Por qué no las admiten? La erótica de lo prohibido.
¿Entonces, hacia donde debe ir dirigida la lucha? Hacia tres vertientes.
En primer lugar administrativa: que ni un céntimo del dinero común, vaya a esa barbarie. ¿Queréis corridas? Pues pagadla, pero a coste real, a mantener los sueldos millonarios de las cuadrillas, que las entradas reflejen su “valor”. Esa es la lucha principal, que ese espectáculo minoritario lo sustenten de sus bolsillos.
En segundo lugar educar a los niños: por lo general los adultos no tienen remedio, pero a ellos debemos inculcarles el respeto a los animales, los valores de la naturaleza.
Y en tercer lugar, en la denuncia: nunca en la interrupción. Vigilar de cerca las plazas y los toreros, cuando las leyes de bienestar animal sean quebradas, o no se cumplan los “valores” del toreo, esa supuesta lucha hombre-animal, aunque yo cuanto a cinco hombres, dos caballos turnándose para estar descansado, tomemos pruebas y denunciemos. Documentemos cuando no le den de beber durante horas al animal, cuando salga directamente de la oscuridad a la luz, cuando les den sal para debilitarlos…
Pero no les ataquemos, nunca nos pongamos a su nivel de violencia extrema, si no estuvieran subvencionados, hace tiempo que se hubieran extinguido, caerán, pero hemos de tener paciencia.
Y antes de despedirme sólo decir lo orgulloso que me siento de que mi ciudad hace años que no tiene plaza de toros. DIARIO Bahía de Cádiz Manuel Santamaria Barrios