Un chaval de no más de doce años con la cabeza vendada, la cara ensangrentada, en algo que parece el pasillo de las urgencias de un hospital, levanta la mano como queriendo decir, paren esto. Sus grandes ojos negros mira atentamente la cámara, sin dolor -el dolor lo dejaron fuera del hospital-, simplemente, tiene la mirada fija, quizás sin esperar ninguna respuesta…
Oye, ¿ya acabo la serie de “sin identidad”?. No sólo por esta temporada, parece que continuará después del verano, ya sabes la audiencia manda, y es mejor dosificar los misterios, pero vamos, ha tenido valentía en plantear así los de los niños robados, y todas las implicaciones de jueces, médicos, hasta traficantes de armas. Lo dejaron todo pendiente para septiembre, pero esto……
Un joven con barba, con el pañuelo palestino al cuello, avanza por el centro de la calle con un crío envuelto entre sus brazos, apenas se le ve ligeramente su rostro gris, con los ojos medio abiertos, que no ven. El pelo negro del niño esta mezclado con polvo y sangre. Mujeres y algún viejo les rodean. Caras desencajadas de llanto sin lágrimas….
Esta noche no cenamos nada, bueno, si acaso una ensalada. Si te apetece tomamos algo en el Pópulo -me gusta el rincón del Malagueño-, una cerveza o un vino y luego nos subimos a casa, ponemos alguna película, que parece mentira que ya estemos casi a mediados de Julio y sigue haciendo fresquito. Por cierto no me dijiste si te gustaba Pedro, Madina o Tapias. Hoy la carrera ha sido rápida y sin ninguna cornada, aunque los burlacos se empeñan en no coger la curva de Estafeta, pero, será por el tiempo, hoy han corrido menos mozos…
Las primeras luces del día dibujan el perfil de una ciudad contra el cielo azul. Columnas de humo se elevan desde distintos edificios hacia ese mismo cielo, son los avisos para que la gente desaloje las casas. Como en los “paseíllos” de los falangistas después de la última guerra, ellos avisan, “puedes seguir andando” y después la muerte, la destrucción, olor a quemado y azufre, polvo, polvo…
Del lunes no pasa, debo de tener el colesterol por las nubes, además, el bañador me queda estrecho y hace feo. Este viernes sólo compro alimentos verdes, he leído que se pueden hacer dietas basadas en el color de los alimentos. Un día sólo alimentos verde, otro amarillos, al siguiente rojos, y vuelta a empezar. En quince días como un modelo me pongo, y si además, te pones cremas reductoras por la noche, me queda una cintura de avispa…
Están tumbados en la tierra sin orden, dos niños y una niña, los brazos y las piernas como dislocados parece que no corresponden a los cuerpos medio desnudos. Una mujer envuelta en sufrimiento hasta la cabeza mira hacia arriba con los brazos extendidos, quizás exigiendo alguna explicación a Ala, a Yahveh, a dios o la, los, dioses, sólo recibe el silencio de la explosiones que se escuchan dos calles más allá, silencio, silencio…
Son las cuatro de la mañana, y aquí estoy sin pegar ojo. No se puede dormir la siesta todos los días, siempre me pasa lo mismo, y al final, me cuesta dormir por la noche. Algo debe tener que ver también esto de los mundiales, mira que eliminarnos a la primera de cambio. Pero bueno ahora el dilema es ir con Argentina o con Alemania, estoy hecho un lío, en el fondo no me gusta el fútbol…
Cuatro días ya de bombardeo sobre Gaza, más de cien muertos, niños, civiles…, y “estamos preparados para pasar sobre el terreno, hay que garantizar nuestra seguridad”. Y se mezclan las palabras, las historias, los relatos. Salto de allí, hasta mi cómodo mundo, el que me rodea, y vuelvo desde mi cotidianidad inmediata llena de vacío, al infierno, sí, hoy el infierno se llama Gaza, y me indigno, lloro y me vuelvo a indignar. Vuelvo a pedir a dios, sólo, que las guerras no me sean indiferentes.
Gran artículo, amigo Fermín. Ojalá nunca el sufrimiento, la injusticia, las guerras nos sean indiferentes. Ojalá nuestros hijos e hijas, y los hijos e hijas de quienes hoy padecen la iniquidad y la violencia puedan en un futuro comentar series de televisión, dietas, partidos de fútbol o planes de fin de semana con la conciencia tranquila de que toda la humanidad vive en paz y con dignidad.