Un buen amigo, hace algún tiempo, me decía: “a estas alturas ya no pretendo cambiar las cosas, sólo entenderlas, y la mayoría de la veces, no creas que lo consigo”. Es ese mi estado anímico, que discurre entre el escepticismo y la ilusión al cincuenta por ciento.
La semana pasada dos acontecimientos me pillaron de sorpresa, uno el comienzo del juicio de las ‘tarjetas blacks’ de Caja Madrid y/o Bankia, la otra esa especie de noche de los cuchillos largos, en la que dio la salida Felipe González con unas declaraciones por la radio a primera hora de la mañana; declaraciones que funcionaron como el ‘Grandola Vila Morena’, poniendo en movimiento a los diferentes acuartelamientos regionales del PSOE, que mandaron de inmediato sus columnas hacia Ferraz.
Sorpresa, porque el primero, el de las tarjetas, con las Ritas, ordenadores, EREs, etc., se me había olvidado que estaba ahí; en el segundo caso, aunque habíamos oído “ruido de sables” en las últimas semanas, me parecía imposible que fueran capaces de organizar esa conjura, que como alguien la ha calificado, parecía “la conjura de los necios”
Viendo a los sesenta y cinco de las tarjetas en la sala, sentaditos, la mayoría con la cabeza baja, no sé, me puse un poco lacio y no entendía la razón. Un desasosiego, tristeza, me recorría los poros, quizás sea porque veo en esa imagen a toda una época, banqueros, empresarios, políticos de derecha, de ‘izquierda’, patronal, sindicatos…, también la casa real.
Casi la misma tristeza mientras veía en directo el golpe televisado en el PSOE, no tanto debido a los derroteros que éste partido ha tomado, que más o menos estaba claro, no es tampoco por los métodos -tampoco hay tanta diferencia con cualquier congreso o cónclave últimos, eso sí, esta vez televisado-, es sobre todo por lo que ha quedado claro: no van a permitir que en este país se produzca ningún proceso social o político que no sea controlado, tutelado. Y no lo van a consentir ni en Brasil, ni aquí.
En una misma semana, las dos caras de una misma moneda, por una parte toda una época, la del sistema, sentada en el banquillo; en la otra, la opereta montada por Susana Díaz para dinamitar cualquier posibilidad de cambio, incluida cualquier transformación de su partido a las demandas de más democracia, más participación… aunque esta dinamita se lleve por delante al propio PSOE.
Aunque hace unos años el aire fresco nos llegó como 15M, y sin éste sería impensable entender que esos sesenta y cinco ‘padres de la patria’ estuvieran sentados hoy en el banquillo, también es cierto que el miedo a este mismo aire, llevan a barbaridades como el circo montado por quienes no están dispuestos a renunciar a cambiar, para que nada cambie, porque son parte del sistema mismo, con todo lo que significa.
Como decía al principio, ya sólo pretendo entender… DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio