Juan Socorro lee la prensa. Empleos por días y por horas, una tendencia al alza. Subidas especulativas de la luz. Desempleo y precio de la vivienda acentúan el riesgo de pobreza de los jóvenes. Ocho personas en el mundo acaparan la misma riqueza que 3.600 millones de habitantes. “Pues ésta debe ser la raza neoaria superior”, llega a pensar Socorro. Y añade: “Pero deben existir más elementos que ignoro”. Y sigue leyendo: “Una economía para el 99 por ciento revela que una tercera parte del patrimonio de los milmillonarios tiene su origen en la riqueza heredada, mientras que el 43 por ciento está vinculada a relaciones clientelares. La concentración de la riqueza continúa imparable, y desde 2015 el uno por ciento más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del planeta” (Oxfam).
“Ostras –piensa Juan Socorro- entre estos ricos habrá gente de raza pero también cantidad de inútiles viviendo del cuento”. Y sigue leyendo: “a las grandes empresas les fue bien en 2015 y 2016, con resultados muy positivos para la gran mayoría de ellas, incluso, en 2015, las diez mayores empresas del mundo obtuvieron una facturación superior a los ingresos públicos de 180 países juntos. Las grandes empresas también han optado por un modelo de maximización de sus beneficios a costa de tributar lo menos posible, utilizando paraísos fiscales, sacando provecho de tipos impositivos cada vez más bajos o logrando que los países compitan agresivamente entre sí para ofrecerles privilegios fiscales”.
Juan Socorro, que lleva en paro años por un ERE de una empresa con beneficios y ve cómo sus hijos no despegan, sale despavorido de su casa y se va a la sede de un partido liberal-conservador. Llama a su puerta: “Oigan, ayúdenme”. “Nosotros estamos con los neoarios”, le responden. Socorro sale corriendo y llama a la puerta de los socialdemócratas: “No se puede, hemos sido cómplices de todo, nos estamos pelando a ver qué hacemos”. Acude entonces a la sede de los comunistas: “No se puede, estamos como siempre, familias comunistas contra familias comunistas y socialistas”.
Nuestro protagonista se tropieza con la sede de un partido que no conocía, allí le dicen: “Todo para tu país y para ti, fuera las elites, los migrantes no van a entrar porque ya tenemos bastantes problemas”. Y Socorro se afilia a ese partido. Entonces, los que no querían abrirle y sus voceros, le llaman xenófobo, machista, populista, nacionalista, racista. Y Juan Socorro, desesperado, grita: “¡Socorro! ¿Qué está pasando? ¡Socorro!”. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig