El día 4 de septiembre fue un día triste para Jerez. Con el acuerdo de la Junta de Accionistas (dominada por el gobierno municipal) de solicitar el preconcurso de acreedores de la sociedad que gestiona el PTA, se da carta de defunción a un proyecto que aunó tantas esperanzas en hacer del sector agroalimentario, uno de los pilares robustos de la economía local.
En las hemerotecas y en la memoria de los jerezanos/as, el PTA quedará como aquella promesa que impulsaría uno de los escasos sectores industriales donde todavía, en el marco de la globalización, Jerez podría decir algo y contribuir a paliar el pozo sin fondo del paro en la comarca.
Pero sobre todo, el PTA quedará como la muestra de cómo las batallitas partidistas entre el PP y el PSOE son capaces, por intereses corporativos de ambos partidos, de acabar con las ilusiones de toda una sociedad. Este es el verdadero rostro oscuro de un bipartidismo cainita cuando se trata de repartirse «las cosas del comer».
Nadie duda de la importancia que tuvo la aportación económica del Ministerio de Agricultura para el arranque del proyecto hace ya una década; aportación que supuso una buena contribución del gobierno de Aznar al primer gobierno de Mª José García Pelayo. Por desgracia, en la vida pública española de estos últimos años hemos visto con demasiada frecuencia como una buena idea sirve de justificación para la transferencia de fondos públicos que, al final acaban en manos de círculos privados vinculados al poder. Y a lo mejor ese hubiera sido el final de estas aportaciones de no haberse producido la ruptura del pacto de gobierno entre Pacheco y García-Pelayo, que dio paso al primer gobierno del PSOE en la ciudad.
La derecha agraria jerezana nunca perdonará la pérdida del control de estos fondos que siempre consideró como «suyos». Pero el PSOE no podía sin más pilotar un proyecto en el que no sólo no había tenido la más mínima iniciativa, sino que había contribuido a erosionar por encontrarse «al margen de su control». Pero, aquello que fue en su momento tan denostado y que ahora se encontraba bajo su influencia, requería de un cambio de imagen que proyectara la idea de que el PSOE traía un proyecto nuevo. Surge entonces la sociedad PTA y posteriormente, durante la legislatura absolutista de la ínclita alcaldesa Sánchez, el gobierno socialista liquida la sociedad CAI-Jerez promovida a caballo entre Pacheco Y García Pelayo, para gestionar los 11 millones de euros aportados por el Ministerio de Agricultura de Arias Cañete.
Pero, el PTA era poco más que eso: un cambio de nombre para un proyecto que ya empezaba a ir a la deriva. Porque la entrada de la Junta en el accionariado de la sociedad no constituyó más que una pose, una presencia testimonial en la conformación de un espacio pretendidamente de impulso a la innovación y el desarrollo tecnológico en el ámbito alimentario. La Junta de Andalucía nunca creyó en el proyecto sencillamente porque Jerez no estaba en «su» mapa de espacios tecnológicos. Nada más hay que ver las aportaciones al capital de las sociedades impulsoras de otros espacios tecnológicos y contrastarla con los exiguos 30.000 € aportados en Jerez como «apuesta decidida» al proyecto.
Por aquel entonces se produjo la confluencia cósmica de los gobiernos de Sánchez en Jerez y de Zapatero en Madrid. El primer gobierno PSOE de Zapatero, cosechó en Bruselas la pérdida de los fondos estructurales pero, en compensación, se le concedió a España un fondo dirigido a compensar el «gap» (desfase) en inversiones de I+D respecto a los países centrales del capitalismo europeo. De este «fondo tecnológico» el gobierno andaluz consiguió que se le asignaran unos 800 millones de euros, lo que suponía que nuestra región acapararía casi el 60% del total de dicho fondo.
Este indudable éxito político por parte del gobierno de Manuel Chávez se enfrentaba, sin embargo, a la dura realidad de una región con escaso músculo empresarial para ser capaz de absorber la totalidad de fondos, por lo que se entró en una carrera desenfrenada de creación de centros tecnológicos, edificios de diseño y asociaciones empresariales en todos los parques tecnológicos de Andalucía. DIARIO Bahía de Cádiz