Según el Excelentísimo Señor Alcalde de Cádiz, actos como los que se realizaron el pasado día 14 en el Ayuntamiento de nuestra ciudad permiten avanzar hacia un “objetivo común de todos los demócratas de este país”, que es “poder asomarnos a nuestro pasado sin sentir vergüenza y sin sentir rencor”.
Total y absolutamente de acuerdo. Sin vergüenza y sin rencor. Sin rencor, por supuesto, pronunció a reglón seguido las siguientes palabras: “El PP debería hacer ese camino también hacia la normalización y hacia la reparación de las víctimas” para “poder reconciliarse con ellos mismos y con su pasado”, incidiendo en que es “innegable” que “genealógicamente están directamente implicados con los que asesinaron a estos señores que trabajaron por la construcción de la democracia en España”.
(Antes de continuar, y por si existen tentaciones de refutarme con el trillado discurso oficial, les aclararé que jamás he votado ni simpatizado políticamente con el Partido Popular)
En base a esto he querido hacer un ejercicio de reconciliación con mi pasado y, sorprendentemente me han surgido un montón inexplicable de dudas. Les cuento:
Mi abuelo paterno fue represaliado por ser republicano. Era lo que en la época llamaban un “hombre de ideas”. Estaba casado con mi abuela que a su vez se pasaba horas sentada en los diversos cuartelillos, primero republicanos y después franquistas, esperando y presionando para que soltaran a este o aquel familiar o amigo. Un cuñado de mi abuelo era un conocido comunista asturiano y sus hijos, primos de mi padre, fueron enviados a Rusia a la edad de tres y cinco años, dentro del grupo conocido como “niños de la guerra”. Murió asesinado en una cuneta y se desconoce su paradero. El otro cuñado era un alto gerifalte del bando ganador, y ambos sufrieron la terquedad y valentía de mi abuela. Por el lado materno, tengo una bisabuela que escopeta en ristre salía a defender su casa y su hacienda, ante los intentos de algunos vecinos de aprovechar las circunstancias durante la contienda. Aún nos miran con cierto temor por allí cuando se enteran de quien descendemos. A mi abuelo materno lo reclutaron ambos bandos sin preguntar y a la fuerza, por tanto creo comprensible que sus simpatías políticas fueran para cualquiera que lo dejara en paz.
Además de todo ello voy y me caso con un gaditano y tengo un hijo. Ahora resulta que el abuelo de mi retoño es un señor que en su día tuvo cargos de responsabilidad en el Consistorio de esta ciudad con el PP y está casado con la abuela de mi hijo que fue de número dos en las listas del CDS con Adolfo Suárez, que por otro lado es como yo, y por tanto mi hijo, nos apellidamos. La mencionada abuela paterna de mi heredero es a su vez nieta del único señorito de Jerez que se casó con una gitana de pura cepa y no le puso un piso como se solía hacer en la época, así que la sangre de pioneros en la integración racial corre por sus venas. Comparte mi niño apellido con Camarón nada menos. Su bisabuelo paterno era militar, franquista y sumamente católico y a su vez descendiente directo de Mendizábal, el ministro conocido principalmente por desamortizar bienes a la iglesia. Este ministro de Hacienda era primo hermano de la madre de Fermín Salvochea, antepasado también, por tanto, de mi marido y de mi adorable descendiente.
Como último dato a reseñar, el abuelo del PP nació el 14 de abril, el día de la Republica. Hace pocos días celebramos su octogésimo séptimo cumpleaños y su nieto mayor, mi hijo, que apenas cuenta con quince años, le regaló un libro explicándole en su dedicatoria la suerte inmensa que tenía de tenerle como abuelo y como ejemplo constante.
Ahora yo tengo que explicarle que tiene muchísima suerte de estar genealógica y directamente relacionado con todos ellos.
Porque tal vez gracias a todos ellos llevemos ambos la libertad de pensamiento, el respeto al otro y la tolerancia, en nuestros genes.
Qué fácil debe resultar enfocar la realidad de una forma tan simple, Excelentísimo Señor Alcalde. DIARIO Bahía de Cádiz