Siempre merece la pena seguir viviendo, para escuchar los cantos de los pajarillos del campo, para ver y leer lo que dicen los periódicos y para ver y leer la última carta… de amor traída por el cartero (aunque el cartero… siempre llama dos veces).Porque vivir quiere decir soñar. ¿Será mañana otro día? El mal humor con el que nos divertimos, pues no vamos a llorar, quienes vivimos es esta ‘Piel de Toro’ llamada España (nos habían dicho con anterioridad que el mundo estaba al alcance de los españoles), se debe, principalmente, a que nos sentimos engañados por los políticos de turno.
Giacomo Leopardi decía, en su ‘Cántico del gallo silvestre’: “¡Mortales, despertaos! No estáis todavía libres de la vida. Tiempo vendrá en que ninguna fuerza de fuera, ningún intrínseco movimiento, os sacudirá de la quietud del sueño sino que en ella siempre, insaciablemente, reposaréis. (…) Demasiado larga falta de sueño breve y caduco, es mal por sí mortífero y causa de sueño eterno. (…) Y restaurarse con un gusto y como si una porcioncilla de muerte”. “¡Pobres hombres, que no saben conciliar un sueño de paz! ¡Y pobre pueblo!”, que afirmaba nuestro Miguel de Unamuno.
Se cree, y así los entendemos todos, que, cuando dormimos, somos una especie Dios en el mundo entero. Y es que creemos ser dueños y señores de nuestros propios ensueños. Se despiertan nuestras almas y nuestras emociones, todo ello al mismo tiempo…: “¡Llámame sueño, que siempre de esperaré a la vuelta de cualquier esquina!”, susurra nuestro entendimiento.
Siempre volveré a soñar, amar, dormir despierto -si así os parece-, porque tengo ‘corazón vivo para amar…desear, comprender…, e infinidad de veces para admitir mi propia soledad y la de los demás…creyentes y no creyentes.
Porque uno ha ambicionado comprender a las hijas de Eva, pues el llegar a ellas… ha sido y es ‘el sueño más grande mi vida’. Si son rubias, morenas, trigueñas…, qué más da. Si son altas, bajas o de mediana altura…, qué me importa. Si tienen ‘ángel’, eso sí que me importa. Es decir: que ellas son bondadosas, espirituales, con empatía, saben sonreír y, por encima de todo, cuando aman… lo hacen con todas sus fuerzas: son mujeres siglo XXI. Hay que tratar de no mentir, más uno lo haría en dos casos muy concretos: a) para salvar la vida de un ser humano, y b) para elogiar la belleza de una mujer–parto de la base que para uno existen, tan sólo, mujeres menos guapas, pues toda mujer tiene su encanto. Y es que la mujer es el ser más maravilloso sobre la tierra. Sin ellas, y esto es así, no estaríamos en este valle de lágrimas llamado ‘Tierra’.
Entristece comprobar que las prisas, el “Estrés”, el exceso de trabajo –para unos y otros–, las comodidades…nos mediaticen de tal manera nuestros corazones que nos hacen olvidar que poseemos “corazones vivos” para amar, desear, que se convertirán en corazones muertos de nuestra propia soledad, si no los usamos de forma racional, humana. Dice un proverbio chino: “Sólo se consume el que no ama, pero quien ama da hasta los huesos a los demás”. Muchas veces hemos de reírnos de sí mismos para alcanzar ‘algo de felicidad’ sobre la tierra.
“Puede que esté dormido, quizá adormecido… qué más da. Me pasa todos los días del año que tengo que levantarme sobre las 6:30 a.m., y es que el despertador no para de ‘ladrar’, deseo no ir al trabajo porque me aburre sobremanera hacer todos los días las mismas cosas…Y total para qué me sirve trabajar tanto.”Nada de nada. Tengo que representar muchos roles: el de esposo amante, el de papa complaciente, el de administrador del hogar…
Desde luego, y, a la vista de lo oído, uno se pregunta quién no ha soñado alguna vez en la vida. Todos y cada uno de nosotros. Parece mentira que, en los tiempos actuales, con tanta información que observamos, aparentemente, entre los seres vivientes, sean necesarias las agencias del corazón dedicadas a poner en contacto corazones –llenos de humanidad– de mujeres. Esta última relación ha sido y es siempre personal e intransferible. No obstante, interponemos muchas veces nuestros propios individualismos, egoísmos… en función de lo que otros nos puedan resolver.
Rompiendo a llorar, muchas veces, nuestras féminas se desahogan, porque el dolor siempre deja huella: el dolor físico y psíquico de una mujer que fue maltratada. Y es que nunca ha sido realizado un estudio sobre la capacidad que poseen las hijas de Eva para soportar ambos dolores ya expresados: el físico y el psíquico. El dolor de una mujer siempre es inmedible, porque poseen una capacidad de adaptación a soportarlo infinita… Uno sabe y entiende que ‘violar es matar’ el cuerpo y el alma de cualquier mujer (y de un hombre también), y mancillar su género: cuerpo y alma, alma y cuerpo convertidos en mujer-objeto.
“Pasan los días, se vienen los meses, y mis lágrimas negras ya de tanto llorar, me aconsejan que me marche de mi casa, y deje a mis dos hijos del alma –polluelos aún– solos. Mi esposo me pega todos los días. Parece ser que… es por costumbre, por afán de maltratar por maltratar, por afán de superioridad, por fuerza bruta –de lo cual doy fe de que la posee…–, y estoy amenazada de muerte”, así rezaba una misiva que recibí de una buena amiga de mi juventud, de estudios que cursamos juntos. Su nombre es…: delicada, preciosa, inteligente y sufridora donde las haya. Está viviendo su historia, ahora y no antes, su historia del miedo de las mujeres ante los hombres, y con su corazón dentro de las tinieblas –sangrando dolor femenino– ante la falta de protección en la que se encuentra. ¡Todo esto se tiene que arreglar! DIARIO Bahía de Cádiz