Si un día no estoy, si un día te falto, porque espero que la vida sea justa y te permita sobrevivirme, ten presente cada día que te quiero. También en la ausencia.
Si un día no estoy, recuérdame contándote un cuento para dormir, imagínanos dibujando y coloreando juntos, jugando a los animales con la hermana y mamá.
Si un día te falto, no recuerdes mis enfados. Sólo buscaba mostrarte el que consideraba el camino adecuado. Puede que estuviera equivocado. Incluso tal vez el enfado fuese únicamente causado por la frustración por otros motivos. Perdóname.
Si un día no estoy, si me voy antes de tiempo, porque tienes que saber que en ocasiones la vida es injusta y traicionera, enséñale a la hermana que a veces hay que perder para algún día poder ganar. Y ganaréis mucho si conocéis mundo. Así que viajad todo lo que podáis y más. Juntos o cada uno por su lado.
Si un día te falto, te aconsejo que luches por tus sueños. Por inalcanzables que parezcan. Te lo dice tu padre, que sigue luchando cada día para que la próxima parada no sea la del final del trayecto. Y si alguna vez tienes dudas, te adelanto que al final siempre acabas arrepintiéndote más de lo que no has hecho que de los errores que puedas haber cometido en un momento dado.
Si un día no estoy, y no me da tiempo a vivir ese momento contigo, enamórate. Hasta los huesos. Y entrégate, al máximo. Da igual que seáis personas muy diferentes. Fíjate en mamá y en mí. Sólo serás feliz si quien comparte su vida contigo también lo es. Y si un día hay mucho ruido, no tengas miedo en pasar página y buscar la felicidad. Por ti, por la otra parte. Porque sólo se vive una vez. Y llora si lo necesitas. En privado si te avergüenza hacerlo en público. Pero llora cada vez que te haga falta. Es sano y necesario.
Si un día te falto, que ocurrirá -espero más tarde que temprano-, haz que mamá no pierda la sonrisa, esa vitalidad y optimismo que le caracteriza. Pídele que no se olvide de mí, que me recuerde y os hable de vuestro padre cada día, pero que no condicione la vida que le quede por vivir a un fantasma, aunque parezca inevitable.
Si un día no estoy, si un día te falto, ten presente esta carta cada día. Y por favor, no me olvides. Te quiero. Os quiero. Infinito. DIARIO Bahía de Cádiz Carlos Alberto Cabrera
Cuando el corazón habla, qué bien se expresa la mente