Después de no salir de ‘Supervivientes’ la niña de la Pantoja, estoy desolada, tanto que voy a tomarme vacaciones. Necesito descansar del mundanal ruido que es ser madre de cuatro y tener conectada la actualidad a vena.
Qué noche más buena fue esa cuando echaron de gran Hermano a Raquel, con sus intrigas, con sus falsedades. En cambio anoche, nos lo aguó la estoicidad de estatua ecuestre de una niña que ha campado lo suyo. La madre tributa sus culpas en dependencias oficiales, de amores imborrables, como huellas dactilares. Ella no llega a tanto, pero sí en fanáticos que le siguen, más por el pegarse a sombra que arrima, en este país que ya en el dieciséis las damas de procurar ambiciones, se afanaban por comer barro para parecer más blancas.
Intento enseñarle a la mía lo que cuestan las libertades, lo difícil que es estar de pie, cuando te quieren de rodillas, pero lo mismo me sale rana y se casa con el príncipe azul como Letizia. Luego a lucir tacones y a patinar en los salones, mientras los cortesanos aplauden.
No es peor que ser cajera del Mercadona con sueldo recortado, horas de turno partido y el jefe en el sobaco, que cuando aprieta el maridaje, nos dan tortas por todas partes.
No es incómodo lucir sonrisa y vestirte de diseñador español y hacer ver que entiendes de cuestiones sociales, cuando cenas en un palacete -cada noche- a cargo del Estado. Pero es sin embargo, la que inspira más, la rosaleda del parque, en la que defecan los perros de los vecinos, roncar de estrellas apocopadas, por risas de niños, las que quiero maten la fuga de destierro exigido, de irse a otros planetas salariales, en la retina de mi niña.
Estoy a rebosar y rumiando, ya me ven, con las puertas estancas atascadas y viendo venir la tormenta. Por eso me voy a intentar no escribir, que es empeño difícil en extremo como ya me dijera uno de los redactores jefes con los que colaboro, porque me conocen y penan, que no es mayor mortaja que tener una mano cortada y querer bordar con las dos.
Ya he creado un blog para emergencias, que se llama viejaperravieja, todo seguido como cuando se reza una oración, pues ensalmo es de frustraciones y apoplejías de alma, de recalentamiento de huesos y soledades varias, que no hay como estar acompañado y ocioso, para darte un pasmo.
No les dejaré mientras no me expulsen de sus vidas, que ya llevamos casi una década haciendo esto que es cabrearnos a medias.
Me voy por tanto hasta el nuevo curso escolar como mis hijos que saben que aunque no haya cole, deberán mirar de vez en cuando por tareas y latitudes que no todo va a ser, pistolitas de agua para regar macetas y ventiscar por las playas.
Si paso hambre informativa de comunicarme con ustedes, como me pasa cada año, les haré uno rapidito en el blog, para satisfacernos un rato, que como ya somos mayorcitos, no nos hacen falta preliminares, ni cremas, ni masajitos, que nosotros vamos al grano y nos besamos con ganas y nos abrimos el alma, sin que tengamos que cortar ni suturar, al primer desgarro.
Estaré cerquita, que ya les extraño y aun no me he ido, porque son de todo y además bonitos, panda de landas de andar por casa, como yo misma, Landa de manda narices de tener que salir de casa cuando son más de las nueve, que me pierdo la culturetaridad por no saber poner caras estoicas, como la niña de la Pantoja.
Soy perra vieja, pero domesticada y guardadora de casa y ladradora y mordedora a sus desafines, que a los que son leales, los guardo como oro en paño, metiditos en el arcón, rebozaditos de algodones y satenes y guipures de verano. Estaré, porque me he ido y volveré, porque se acabará el verano, que aún no he comenzado, porque papel de prensa somos y en el reciclado, penamos, para reciclarnos. DIARIO Bahía de Cádiz