Hemos sido parte de su ilusión el tiempo que nos ha durado. Somos porción de su legado y parte de su culpa. Para muchos, algo tan existencial como el manque pierda. Ahora que entonamos cánticos para un merecido reposo todo indica que sólo logra ser noticia en su entierro. Es posible que su liturgia estéril comenzase cuando se conformó con obtener los diputados que le faltasen al PSOE para gobernar. O quizás antes. La mano abierta “a punto de agarrar el futuro”, como expresase Enrique Iniesta, inicia su sentencia cuando acepta en el 79 un cambio de alcaldías del que deriva un vacío por algunas provincias. Hoy, pese a tantos errores hábilmente aprovechado el contrario, justo es recordar la singularidad de una colectivo que durante el sexenio autonomista de nuestra particular transición vive su Siglo de Oro. Un colectivo que, sin plañideras ni condolencias, no ha sabido evolucionar desde el 78 conforme exigían los tiempos. Hace unos años era el Quo vadis. Hoy, entonamos una solemne oración de despedida.
Pese a su carácter anecdótico o testimonial durante sus últimos años, no debe restársele importancia en una época donde su presencia fue decisoria para la conquista de una autonomía de primer orden competencial en este país de países. Fue necesidad hoy no. En su origen, sus círculos promotores fueron parte de la resistencia antifranquista y militaron en plataformas de oposición cuando otros partidos y líderes de hoy andaban ausentes o desapercibidos. Fue el PSA quien primero presenta un articulado estatutario (mayo 1976) cuando nadie hablaba de autogobierno. El primero en realizar un mitin regionalista en Sevilla (febrero de 1976), y quien años antes de su reconocimiento presentaba el disco del himno vigente creado por los liberalistas (junio 1977). Ante una estrategia de unidad socialista, sus siglas son las únicas que obvian integrarse en el PSOE. Su cabecera Andalucía Libre, ya estudiada, fue la revista andaluza con más duración aquellos años.
A la iniciativa de la asociación Averroes, el PSA fue el primer grupo político que asume la convocatoria del 4 de diciembre de 1977 como Día reivindicativo y espetó a los entonces parlamentarios a que la secunden. Fruto de aquella movilización sin precedentes y gracias a los andaluces en el exilio económico, es la inédita presencia de dos diputados andalucistas en el Parlament. Fue quien superando sondeos en las primeras macro encuestas que daban un escaño, alcanzó cinco (finalmente siete) en la I Legislatura. Aquella inesperada irrupción, aún tímida en un balance global, permitió la formación de un Grupo Parlamentario en el Congreso, hecho vital para abanderar alternativas para Andalucía y emprender soluciones políticas al bloqueo del 28F. Referéndums sobre el que aún hay que recordar al discurso oficial que, con la Ley en la mano, no se supera.
Lo tengo muy estudiado, publicado y por su defensa me han marcado. De no ser por las iniciativas parlamentarias del Grupo Andalucista, documentadas siempre como las primeras en el tiempo y a las que se suman la de otros partidos en su sustanciación en la Cámara, el autogobierno no se desbloquea. Pese a ser reconocido así en los manuales de Derecho, aún fluyen interesados comentarios que repiten la imaginada venta de nuestra autonomía a UCD. Aquel acuerdo, que el PSA no supo o pudo explicar, evitaba repetir la consulta de nuevo con aquellas perversas condiciones y modificaba una Ley de Referéndums a través del interés nacional (sólo citado en el art. 144) Norma por la que el bipartidismo de entonces (UCD y PSOE) pactaron unas exigencias tan brutales y sobre las que callan aún. Aquellos hechos resultarían hábilmente manipulados y enmarcados en un escuredismo pseudoandalucista con el que el PSOE se traviste hasta que deja de interesarle. La prensa escrita un día después de aquella Declaración de Confianza demuestra su gratitud por el desbloqueo.
Después de aquello el desierto y la deriva electoral: un parlamentario europeo, dos diputados en el Congreso, diez como número máximo en la cámara andaluza y ocho sumisos años en un gobierno andaluz de coalición que finaliza otorgando al PSOE una nueva mayoría. Sobre ese escenario cada vez más debilitado, súmenle alcaldías emblemáticas así como tantas rupturas como integraciones. Si el ingente capital humano dilapidado que ha pasado por sus filas hubiese operado más como un sociogrupo y no como un psicogrupo, como ya apuntara Jerez Mir en 1985, su trayectoria hubiese sido muy distinta. Si los intentos de Julian Álvarez y Pilar González hubiesen dado sus frutos. Pero ya es tarde y la realidad otra: no se ha aprendido de los errores pese a iniciar imposibles refundaciones, solicitar perdón o demandar clemencia. Inútil es echarle la culpa a la ciudadanía, mientras se ha continuado enrocado en mensajes, exclusividades y consignas que ahora, de un día para otro cambian y resucitarán el bululú grupal que siempre ha sido. Su definición ideológica ha sido un mero papel orgánico o un intuitivo sentimiento. Lo cierto es que sus proclamas no han sabido estar al frente de esa forma tan crítica de padecer la crisis que sufrimos los andaluces. Hace tiempo que sus siglas no se perciben como útiles.
Ahora ya no existen recetas mágicas. Ya lo he escrito: mesura y reflexión, nada de prisas y relevo generacional. Por ahora, encuentro complicado y razonablemente inútil crear nuevas siglas y seguir abanderando una patente de exclusividad que a algunos no hace falta. Sólo los necios asocian desaparición del instrumento con la imposibilidad de un Ideal con el que muchos seguimos comprometidos. Ahora sólo queda el descanso eterno a sabiendas que hemos peleado por lo que hemos creído y hemos dado lo mejor de nosotros. Fuimos parte del problema y hay solución. Estamos de luto. Con el instrumento fallecen unas siglas y unas formas nunca una lucha. Descanse en paz. DIARIO Bahía de Cádiz