Flaco favor les está haciendo a mujeres y homosexuales ese discurso hegemónico hipócrita y débil que arrasa las mentes de muchos ciudadanos y desea imponerse a los que aún no lo vemos claro. Lo digo por los cánticos contra la exnovia de un futbolista del Betis que presuntamente la maltrató y por ese comunicado de un directivo del metro de Madrid donde llama a sus subalternos a estar atentos a los movimientos de mendigos, músicos callejeros del suburbano y homosexuales.
Todos estos ataques contra mujeres y homosexuales son repugnantes, he aquí la idea con la que nos han instruido. Bien, completamente de acuerdo, me sumo a ella pero me parece que están ensalzando tanto a las víctimas que, para eso, se procede a condenar implícitamente a numerosos ciudadanos que están en proceso de aprendizaje de los nuevos tiempos y hacen lo que pueden para adaptarse a ellos. Es decir, están pagando justos por pecadores y eso puede volverse en contra de las mismas víctimas.
¿Tanto quieren los medios de comunicación y los políticos a mujeres y homosexuales? Creo que quieren más a sus audiencias y a sus votos que a ellos. ¿Tanto los quieren determinados empresarios? Tampoco lo creo, me parece que desean más su dinero. El toque de atención del cargo del metro de Madrid iba más allá de los homosexuales pero el mensaje que se ha extendido entre los receptores a través de los medios es que se trata de un caso de homofobia. Los mendigos y los músicos, por lo visto y oído, son menos importantes. Es la diferencia entre contar con lobbies de poder y consumir información y entre no estar bien organizados, con presencia en las alturas y en posesión de dinero para comprar.
Sólo plantear lo que acabo de exponer puede ser condenable para el nuevo pensamiento totalitario que, sin embargo, a pesar de su aparente valentía, se esconde o no aborda otras situaciones de crisis tan o más graves e indudablemente relacionadas con lo anterior.
Empecemos por el principio, es decir, por la enseñanza escolar y media. ¿Qué planes de estudios se han puesto en funcionamiento en los últimos decenios que han provocado que el machismo, la xenofobia y la homofobia sigan tan vigentes? La democracia empieza por la educación y ahí los predicadores de la repulsión han demostrado que ellos mismos son repulsivos. ¿Cómo se ha llegado al estado de degradación moral y ética en el que hemos desembocado en las esferas pública y privada hasta el punto de que gran parte del electorado quiera votar a partidos desconocidos y poco hechos con tal de que las caras que ha visto hasta ahora desaparezcan del mapa?
En las interrogantes anteriores y en otras diversas están las raíces de lo que ocurre arriba. Es propio del pensamiento totalitario posmoderno ir a lo fácil y no enfrentarse a los grandes retos, no ser radicales, no ir a la raíz de los problemas. ¿Por qué desde que murió Franco no se ha roto totalmente con la religión oficial que en España ha sido siempre machista y homófoba? ¿Por qué no se disolvió en los años ochenta por ejemplo la estructura judicial del anterior régimen?
Cuando grandes sectores de la población pueden estimar que los están metiendo casi en el mismo saco –o sin casi- que a los presuntos delincuentes maltratadores y homófobos, es probable que su reacción termine por ser la contraria de la que los predicadores totalitarios de la pseudopureza cívica persiguen. El paradigma es el ejemplo de la afición del Betis: unos actúan de forma repugnante pero paga toda la clase y además se la condena por guardar silencio. ¿Han colocado los “puros concienciados” las bases para que la sociedad no guarde silencio? No, más bien todo lo contrario, se ha levantado una enorme sociedad del silencio y el miedo. Entonces, ¿qué pretenden? ¿Creen que todo va a arreglarse con leyes donde se imponen cuotas femeninas y se condena la discriminación? Eso ya está desde 1978 en la Constitución, ¿qué han hecho realmente eficaz para que se cumpla en ése y en otros aspectos?
Con estos enfoques pseudoprogresistas el ciudadano puede sentir que hay en España demasiado privilegio y demasiada impunidad de facto. Impunidad de facto y privilegios para la Familia Real; para los llamados aforados que no sé por qué narices van a poseer esa ventaja sobre los demás porque entonces habría que extenderla a sus votantes. Impunidad de facto y privilegios para eso que se llama le ley Botín que es la que le quieren aplicar a la infanta Cristina. Impunidad de facto y privilegios para los que se pueden permitir pagar abogados que hacen uso de las múltiples triquiñuelas legales que existen para que, al final, sus clientes se vayan de rositas o se prolonguen sus causas per saecula saeculorum.
Y ahora una sensación de que la mujer y el homosexual están por encima de los demás, eso es el flaco favor del que hablaba al principio porque esa sensación está ahí, en la sociedad, y ni siquiera se puede hablar de ella y ésa es la prueba máxima de su presencia real. Todo es el efecto de lo mismo: el pendulazo, haber pasado del abuso en grado sumo contra ambos colectivos a una pseudodefensa tan interesada que se vuelve contra quienes se pretende defender.
Es un defecto generalizado en el mundo occidental desde que se implantó un pensamiento que quiere coger peces sin molarse el culo y cree que los que disentimos de esa dinámica somos enemigos de una presunta modernidad que no ha llegado aún porque son ellos quienes tendrían que haber colocado sus fundamentos y no han tenido valor para hacerlo. Pero, eso sí, su capacidad para la persuasión fácil no tiene límites y su pensamiento débil y epidérmico ha calado en una enorme cantidad de personas porque posee las claves para hacerlo: claridad, simplicidad, emotividad. Sin embargo, el resultado está siendo que el problema no se ataja y que están enfrentando gravemente a unos ciudadanos con otros al tiempo que están facilitando el ascenso de factores políticos machistas, xenófobos y homófobos, justamente lo que afirman rechazar. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig