Del mismo modo, que los coleccionables por fascículos que inundan las librerías a lo largo del mes de enero, ‘monta tu Seat Panda de la época por 5€’, ‘mesitas de noche del mundo en miniatura’ o ‘grandes aviones bélicos por piezas’, etcétera. Durante el presente, numerosas publicaciones, empresas y algún que otro visionario, nos bombardeará con artículos como: ‘la carencia de talento en España’, ‘empleos más demandados en 2017’ o, dos, que me dan hasta risa, ‘los profesionales por los que se pelearán las empresas’ y ‘métodos para estudiar y educar’. Aprovechando este simposio de profetas, voy a dedicar mi espacio a reiterar de nuevo el talento. #SíHayTalento.
El talento, ese gran desconocido. Cada uno de nosotros, no sólo algunos, sino todos, tenemos un talento innato. A unos se les da bien hablar, negociar, comunicar y exponer; a otros en cambio, se les da mejor pensar, discernir, observar o imaginar; los menos, que a veces parecen muchos, destacan en parlotear, balbucear, embaucar y pamplinear (éstos, normalmente, salen mucho en televisión, bien porque los contrata una cadena terminada en cinco o porque inexplicablemente los ha elegido el pueblo); y otros tantos, destacan en la música, el arte, la creatividad y, por qué no, la antipatía pero con ‘age’, en este último entrecomillado me incluyo yo.
La culpa es del folclore, al que tantas veces hago referencia en mis textos. Nos han educado para etiquetarnos y nos etiquetan para ofrecernos educación. Por esa razón, en Andalucía se ofertan más cursos de ‘guarnicionero’ que de dirección de empresas (si es que se ofrecen) y, por el contrario, en Madrid la convocatoria es mayor en cursos de dirección, obviando totalmente a los guarnicioneros. Acaso, ¿los andaluces hemos elegido ser la servidumbre de Europa? Qué digo de Europa, ¿del mundo? No. Lo que pasa es que los andaluces no nos levantamos, y los gaditanos, nos resignamos, como también he comentado en alguna ocasión.
El caso es que nos etiquetamos, no etiquetan, eres hijo de tal, primo de cual y familia de Pascual, tienes altas capacidades, un tirito dado o, quizás, de familia bien. Total, según mi forma de pensar, no digo que sea la más adecuada, desde que nacemos nos plasman una etiqueta, a la que tendremos que hacer frente durante el resto de nuestra vida, aún más, si nos vemos agraciados con una dote de la que otros carecen, seamos de una tierra o de otra. Eso, en un sistema de marcado sentimiento folclórico, es una putada, porque la integración a los políticos se las trae al pairo, porque la cultura popular dice que los andaluces somos vagos (no es cierto) y, según parece, los del sur tiramos mejor una cerveza que gestionamos una empresa (y la verdad es que gestionamos empresas de gran categoría, los que no dirigen bien el esfuerzo que cuesta levantarlas son otros, otras), de ahí que algunos crean que son más necesarios los cursos de guarnicionero.
Si a toda esa parafernalia que he soltado en el párrafo anterior, le sumamos los incesantes mensajes de que aquí no hay talento, resulta que a un grupo de personas, medios y empresas, precisamente las que se podrían perder un poco por ahí a hacer algún curso de guarnicionero, les da por repetir las mismas teorías sin sentido, a pesar de que ellos mismos se están echando tierra encima, reincidiendo en el engaño, y poniendo como base, sendas investigaciones elaboradas en Massachusetts, como si Massachusetts fuese el pueblo al que ibas con tus padres, en el Ford Orión <Chía>, a desayunar tostadas con manteca colorá. Ya te digo, un lío.
En fin, que tenemos mucho talento, pero no sólo vale con tenerlo, también tenemos el deber de demostrarlo, de luchar por que se nos certifique y se nos premie, desde pequeños, con una buena educación; en la adolescencia, evitando etiquetarnos; en la juventud, ayudándonos de verdad a emprender, y comprender, la responsabilidad que ello requiere; y en la madurez, para que cada fracaso se aplauda y no se mortifique.
En Andalucía no sólo se tira bien la cerveza, sin duda se hacen buenas guarniciones, salpimentadas con talento, además de mucho arte y alegría. Por eso, la próxima vez que ustedes vean una noticia de esas, en las que se etiquete, enumere o, simplemente, se repita que no lo hay, por favor, protesten. DIARIO Bahía de Cádiz Vicente Marrufo