Resulta curioso presenciar cómo tras los escándalos de corrupción política aparecidos recientemente, a todos se nos “llena la boca” condenando y repudiando a los partidos que las han generado. Esa corrupción que salpica por igual a gobiernos nacionales y autonómicos, está tan extendida, que no hace distinciones de colores o siglas. También resulta sorprendente contemplar con el descaro y cinismo que estos partidos en el poder se comportan cuando la presión y el “clamor” popular que no soporta por más tiempo esta lacra, les obliga a pronunciarse públicamente.
Haciendo uso de una doble moral, por un lado, se dedican a pregonar consignas condenatorias ante los medios de comunicación empleando una puesta en escena cargada de “mensajes electoralistas” que solo buscan calmar las aguas revueltas, ganar tiempo, viéndose a veces obligados a ocultar sus vergüenzas apartando transitoriamente de la primera línea política a esos “quemados” a los cuales “recolocan” en otras administraciones donde también gobiernan. El tiempo y los hechos nos muestran que estos partidos lejos de ser intolerantes con las corruptelas “domésticas”, tienden descaradamente a respaldar a los suyos manteniendo la máxima de “con los míos, con razón o sin razón”.
También es indignante ver cómo ante todo este esfuerzo que hacemos algunos y algunas -entre las que me reconozco incluida- para impulsar la democracia interna en los partidos, para excluir de las listas electorales a personas procesadas por corrupción, para abrir las puertas y ventanas de nuestra gestión a los ciudadanos tratando de devolverles la confianza en la política aplicando la regeneración en las formas de entender y de hacerla, resulta que esta lucha titánica, paradójicamente, se ve recompensada con el desprecio, la crítica y la total falta de apoyo de todos aquellos representantes de estos partidos, que lejos de querer una verdadera “regeneración política”, sólo buscan la confrontación y el desprestigio de los que pensamos diferente a ellos, con la única intención de deslegitimarnos para que todo siga igual que hasta ahora.
El camino hacia la regeneración política es tan largo y tortuoso como necesario. Necesitamos llevar a cabo cambios que devuelvan a los ciudadanos la confianza en sus servidores públicos. Desde Ciudadanos, somos conscientes de esta necesidad, y por ello nos enfrentamos diariamente al reto de lograr ese cambio sensato que logre acabar con las malas conductas y dignifique este servicio a la ciudadanía.
Nuestros compromisos escritos de separar de inmediato a cualquier cargo público o de partido que sea imputado por corrupción política, de que los partidos tengan la responsabilidad patrimonial subsidiaria en el caso de corrupción de sus cargos públicos, de crear un órgano interno anticorrupción con funciones preventivas y de control, son medidas reales lejos de demagogias y populismos que nos enorgullece y nos diferencia de esos otros partidos “manchados” que actualmente acumulan centenares de casos de corrupción y remolcan una legión de procesados e imputados entre sus filas a los que parece -aunque no sea así-, que les reprochan las torpezas cometidas al dejarse pillar por la justicia más que por los delitos cometidos en la gestión de lo público.
Si de verdad creemos en esta “regeneración política” tan necesaria para nuestra sociedad, aunemos esfuerzos entre todos y apoyemos y reconozcamos a los que de una manera u otra hemos colaborado a que esto ocurra en el seno de nuestros partidos. No cortemos como en Roma “la cabeza al mensajero”. DIARIO Bahía de Cádiz