“De nuevo aparecen ratas en los quirófanos del Hospital de
La Línea de la Concepción. A los dos días de haberse reanudado
las intervenciones quirúrgicas, una vez concluida la desinsectación
y desratización llevada a cabo”
Hace unos días, me encontraba viendo en TVE2, un reportaje sobre los distintos animales habituales en los vertederos de basuras, siendo uno de ellos las ratas. Animal que me provoca cierto repelús, como consecuencia de la mala leyenda que arrastran, al ser las culpables de la propagación de muchas enfermedades directas o indirectas (rabia, hepatitis, cólera, salmonelosis…). Contagiando a los seres humanos a través de las heces, orín, alimentos, pulgas… Habiendo sido señaladas de causar, entre otras, la Peste Negra que sufrió Europa en el siglo XIV y la Gran Plaga de Londres en el siglo XVII.
Ratas las hay pululando por tierra, mar o aire de cualquier rincón del planeta. Siendo los humanos los que las hemos transportados de un lugar a otro. Son muy prolíferas en sus fases reproductoras, soliendo tener hasta 12 crías en cada uno de los 5 partos que tienen al año. Y son resistentes al veneno, hasta el punto de que, en una casa rústica que poseía en un pueblo castellano. Cuando me percaté de que, en el cuarto donde guardaba la leña, había muchos rastros de ellas. Les puse raticida, desapareciendo las pastillas al día siguiente. Por lo que, durante un tiempo realicé una campaña para exterminarlas. Pero a pesar de que cambié la marca del rodenticidas en varias ocasiones, se hicieron inmunes al veneno. Y en vez de matarlas, engordaron alcanzando algunas un tamaño similar al de los conejos.
Me obsesioné tanto con aquella plaga de ratas, hasta el punto de que, en el silencio de las noches las escuchaba roer. Teniendo que espantarlas haciendo ruidos. Porque aquellos roedores devoraban lo habido y por haber de carroña o de cualquier recurso alimentario para ellas. Teniendo siempre la precaución de cerrar las puertas, especialmente las de la buhardilla y las del granero al tejado, porque se colaban por cualquier sitio. Siéndome llamativo que, en cierta ocasión, observé a una enorme rata pasando de una casa a otra, a través del cableado eléctrico o telefónico.
Las ratas pueden traer de cabeza a gran parte de la humanidad, porque no hay quien pueda con ellas. Y según una noticia del Daily Mirror de hace un par de meses. “En Birmingham, Londres, Winchester y Salisbury descubrieron algunos ciudadanos que había ratas en sus casas del tamaño de los gatos. Habiendo aumentado de tamaño al comer grandes cantidades de comida basura en los desperdicios arrojados, y por ser inmunes a los venenos”. Según declaró al Mirror, el exterminador de ratas de Merseyside, Sean Whelan, “el problema es que son como los humanos, cuanto más grandes son, más comen. Hay que hacer algo, porque podrían multiplicarse si no se les detiene”, afirmó.
No sé si, Whelan, quería detenerlas leyéndoles sus derechos a través del televisivo inspector Colombo o del torpe y desorientado inspector Gadget, de la serie de dibujos animados. Porque a ciertas ratas, salvo rara excepción, no las detiene nadie. Pero sí podrían reducir su procreación. Pero supondría un alto coste económico, que muchos gobiernos no están dispuestos a desembolsar.
Ratas del tamaño de los conejos y gatos, es evidente que, las hay por las zonas abandonadas, suburbios, cloacas, alcantarillas y hasta por las calles a plena luz del día o de la noche. Y por habitar habitan grandes camadas de largos rabos, mantillas, peinetas, batas de alta costura y con pelajes relucientes hasta en la Cámara de los Lores, de los Comunes y en el Palacio de Buckingham ingles. En los subsuelos, búnkeres, despachos y demás dependencias interiores o al aire libre del Vaticano italiano, del Kremlin ruso, de la Casa Blanca americana, del Palacio del Elíseo francés, en Bruselas en la sede de la Organización de Naciones Unidas, en el Bundestag alemán y, especialmente, en las sedes donde se reúnen y alojan periódicamente los miembros del gobierno mundial en la ‘sombra’.
España, no es una excepción, estando infectada de ratas de Norte a Sur y de Este a Oeste. Y haberlas las hay a manadas, piaras y recuas en el alcantarillado… de los palacios de La Moncloa, El Pardo y Real, Congreso de los Diputados, Senado, Tribunal de Cuentas, Banco de España, Parlamentos autonómicos, ayuntamientos y sedes de las distintas formaciones, entre ellas las del PP y la del PSOE de Madrid etc. Agrupándose esas presuntas excelsas ratas por castas. Anidando en cualquier boquete que se les tercie. Infectando todo lo que encuentren a su paso las matriarcas, patriarcas, hembras, varones, ratitas y rateros.
Pero nosotros, el pueblo, podemos acabar con las ratas y con los rato (macho de las ratas) sin tocar ni las campanas de las bolsas. Así que, a por todas las ratas y sus ascendientes y descendientes con tesón sin desfallecer, porque de lo contrario acabaran con nosotros. Como ha ocurrido por segunda vez hace unos días, una vez concluida la desinsectación y desratización llevada a cabo en los quirófanos del Hospital de La Línea de la Concepción. Provocando la nueva presencia de ratas en el centro hospitalario a los dos días de haberse reanudado las intervenciones quirúrgicas, que de nuevo se cierren los quirófanos, teniendo que ser trasladados los pacientes desde el jueves al Hospital Punta Europa de Algeciras.