En noviembre de 1975 vi por TV el entierro de Franco, tenía la ilusión de una nueva y mejor etapa para mi país. Ahora lo han sacado y se lo han llevado a otra parte. Pero me ha dado absolutamente igual, no he visto para nada la TV y me ha importado un pito lo que digan los medios y sus voceros llamados tertulianos. 40 años con Franco de los cuales viví con intensidad y activismo el tardofranquismo y la transición en la clandestinidad comunista y en el compromiso cultural y periodístico. 44 sin Franco y en esos 44 años el enemigo de ayer se ha convertido en una anécdota. ¿Qué me ha ocurrido en todos estos años?
Primero, la democracia en la que estoy para mí sólo era un paso más hacia un mundo socialista, pero todo se ha venido abajo, he perdido todas las guerras, la Civil y la Fría, y supongo que eso me ha dejado helado. Carrillo llegó y se cargó al histórico PCE y la caída del Muro y de la URSS sumió a toda la izquierda transformadora en una depresión y en una confusión de la que no ha salido, al revés, ha sido absorbida por el neoliberalismo, se están produciendo muchas movidas fuertes y graves en el mundo pero no hay izquierda ni nada organizado para canalizar todo ese panorama “revolucionario” y los descontentos tampoco son en su mayoría socialistas ni comunistas, lo que quieren es tener migajas más gordas del capitalismo y echarse a dormir viendo el Barça-Madrid o jugando al feminismo, a la solidaridad, al progresismo. El socialismo y el comunismo no están en el ADN de los humanos, ésta es la sociedad digital de la individualidad gregaria que se está comiendo la Memoria Histórica Mundial. Cambiar de fosa a Franco es seguir enterrándola. Los jóvenes de todo el mundo ignoran el pasado de su especie y así, por ahora, no pueden transformar el futuro más allá del mecanicismo mercantil.
Segundo, las guerras se ganan en el campo de batalla, no en los despachos ni en los parlamentos. Mientras más estudiaba la Guerra Civil, más me convencía de que era imposible que la ganara aquella jaula de grillos republicana, aquella izquierda estaba vencida de antemano y hoy si por desgracia hubiera otra guerra como la del 36-39 se volvería a perder. Los niños pijos que incendiaron Cataluña han tenido la suerte de que enfrente se hallaba un régimen débil, determinado por los votos porque a pesar de tanto casco y tanto instrumental y estrategia no tienen ni media bofetada para un sistema bien plantado y con las cosas claras. Los niños pijos izquierdosos de Cataluña montaban sus estrategias con los útiles digitales que el sistema les ha facilitado, estaban totalmente controlados por el poder.
Tercero, a Franco lo deberían haber mudado de sepultura en los 80, no ahora, y los que lo han cambiado de lugar son cómplices de la barbarie económica que nos azota, los mayordomos del capital que siempre acometen lo fácil pero les da miedo lo difícil.
Cuarto, tremenda paradoja, la llamada democracia extrae de su rimbombante tumba y lo lleva a una secundaria a quien hizo posible que esto a lo que definen como democracia exista porque sin clase media y sin crecimiento económico no hay democracia que valga y ambos factores llegaron con Franco. Se murió Franco y se cambió todo para que todo siguiera sustancialmente igual, con el visto bueno de los que ahora lo han desenterrado.
A mí, que no he dejado de estudiar la evolución del mundo en estos 44 años, lo mismo me da que Franco esté en el Valle de los Caídos que en el Valle de los Levantados. Porque lo que está fracasando es la especie humana, ése es el problema que nunca se quiere abordar en masa y públicamente. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig